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Historia

El Palacio Miraflores, el majestuoso gigante que el barrio supo tener

Cuesta imaginarlo, entre tantos comercios, frente a una vereda que parece angosta por la cantidad de gente que circula y las numerosas paradas de colectivos.

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Escribe Natalia Rivarola

Cuesta imaginarlo, entre tantos comercios, frente a una vereda que parece angosta por la cantidad de gente que circula y las numerosas paradas de colectivos. Hoy esa cuadra donde sobresalía imponente con sus grandes jardines, no es más que otra del centro comercial de Rivadavia, y nada hace pensar que existió allí una de las construcciones más hermosas que tuvo Buenos Aires y la más majestuosa del barrio: el Palacio Miraflores.

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A pesar de que muchos creen que se alzaba en la esquina de Rivadavia y Boyacá, donde hoy se encuentra la perfumería Pigmento, en realidad la impresionante mansión se ubicada justo en el centro de dicha manzana (Rivadavia, Boyacá, Fray Luis Beltrán y Yerbal) -más precisamente en donde hoy funciona la Galería Boyacá-, como se observa en un mapa de fotografías aéreas de 1940 que se puede consultar a través de la web del Gobierno de la Ciudad.

Aunque hay que aclarar que en esa época ya estaba rodeado de varias construcciones y sus extensos jardines ya habían sido cercenados.

El Palacio Miraflores se construyó en 1886, en un lugar privilegiado de lo que en ese entonces era el pueblo de San José de Flores. Había sido la familia de Inés Indarte de Dorrego la que había adquirido un solar de casi ocho hectáreas de parque arbolado, que su esposo Luis Dorrego le había comprado a los Saturnino Unzué en 1827.

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Con los años y alguna sucesión de por medio, el inmueble fue dividido y repartido entre distintos descendientes y al matrimonio de Ángela Dorrego Indart y Manuel Ortiz Basualdo le fue asignada esa manzana. Cabe destacar que desde la llegada del Ferrocarril del Oeste en 1857 – hoy conocido como Línea Sarmiento-, el pueblo se había convertido en una zona atractiva para las familias más ricas de Buenos Aires, las cuales tenían aquí sus casaquintas de descanso veraniego.

Su arquitecto fue el inglés Charles Ryder, el mismo que diseñó el Palacio Casey (actual Secretaría de Cultura de la Nación) y la lujosa Residencia Maguire. Tenía cuatro plantas, una superficie total de 3200 m2 y se estima que trabajaban en él quince personas de servicio. Del interior poco se conoce, aunque se sabe que contaba con un lujoso salón con motivos arabescos, cuyo mobiliario principal, según las fotografías de la época, era un billar con un complejo y ornamentado conjunto de luminarias. Mientras que los jardines, mantenidos por al menos tres personas, relucían en el pueblo con hermosos diseños.

La familia Ortiz Basualdo vivió durante poco más de tres décadas en este suntuoso palacio (NdR, por esa razón muchos lo denominan Palacio Ortiz Basualdo) donde con frecuencia organizaba eventos con lo más distinguido de la sociedad porteña, como evidencia una fotografía tomada durante una reunión en diciembre de 1910, donde se pueden ver personalidades de renombre como Felisa de Alvear, Marta de Lainez, Marta R. de Pirovano, Elena de Madero, Ernestina de Lanus, Maria Carlota de Gowland o Mariano de la Riestra. Pero ya a principios de siglo XX, la manzana del Miraflores fue loteada, por lo que comenzó a rodearse de otras edificaciones, cediendo terrenos del parque.

Pensar en el otro

Luego, en 1920 comenzó a funcionar en sus salones el Club de Flores – institución fundada en 1867 que también estuvo en Sud América 60 (hoy General Artigas) y en el palacio “Las Lilas”-, y fue en parte gracias a sus grandes celebraciones y espectáculos que el carnaval del barrio adquirió por esa época mucha trascendencia. Además, otro dato curioso es que en el salón arabesco antes mencionado se fundó primero en1938, la Asociación Patriótica de San José de Flores (que aún hoy funciona como la entidad más antigua de Flores) y unos meses después fue presentada la Junta de Estudios Históricos.

Lamentablemente, debido a las hipotecas que pesaban sobre el bien y las especulaciones inmobiliarias, la lujosa construcción fue demolida en 1941, quitándole así a los vecinos la posibilidad de visitar un importante patrimonio del barrio. Sin embargo, parece ser que no todo lo del gigante histórico fue perdido.

Según aseguran, las imponentes rejas en excelente estado de conservación de la casa blanca con techos de teja ubicada casi en la esquina de Rivera Indarte y Bilbao serían las originales de la más hermosa y majestuosa mansión que Flores supo tener.

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