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Historia

Flores no recuerda a José Razzano, uno de sus grandes tangueros

Allá por el 3 de febrero de 1924 se instaló en Bonorino 477, entre Francisco Bilbao y Directorio la familia de José Razzano.

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Escribe Juan Pablo Niccolini

Allá por el 3 de febrero de 1924 se instaló en Bonorino 477, entre Francisco Bilbao y Directorio la familia de José Razzano. Fue en esa casa, hoy olvidada y sin reconocimiento por la que pasaron entre acordes y guitarras una de las relaciones musicales más importantes de la música rioplatense, el dúo Gardel-Razzano.

Muchas veces habremos caminado por la vereda de esa casa sin saber que allí compuso quien fue cantante y guitarrista junto al morocho del abasto, de quien fue administrador luego de padecer problemas vocales.
Esa pequeña porción del tango, hasta hoy escondida, nos da otro motivo para nombrar orgullosos al barrio de Flores. Para destacar lo notable que fue esa casa, elegida por ser en aquellos tiempos un barrio tranquilo, podemos afirmar que además de transitarla el mítico Carlos Gardel, pasaron los políticos Ramón Castillo e Hipólito Paz, y los reconocidos cantores Homero Manzi , autor de ¨”Sur”, “Milonga sentimental” y “Malena”, entre otros tangos. Y Mariano Mores, entre sus obras más reconocidas “Uno” y “Adiós pampa mía”. También coautor de “Cafetín de Buenos Aires”).

El tenor fue cantante junto a Gardel hasta 1925, cuando su garganta afectada le impidió seguir su ascendente carrera. Según los testigos físicos de la época, Razzano se amalgamaba perfectamente a su compañero, aunque la deficiente tecnología de ese momento no nos permita comprobar la excelencia vocal que se presume de nuestro vecino. Tal fue el éxito que conseguían en vivo estos dos amigos que lograron hacer giras en España, Uruguay, Chile y Brasil, extendiendo el talento de dos extranjeros con corazón porteño por el mundo.

Si bien José Razzano nació en Montevideo, Uruguay, el 25 de febrero de 1887. Desde los dos años se instaló en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, llevado por su madre tras la muerte de su padre. Allá por el 1903 toma participación como cantor para la Compañía Dramática Nacional dirigida por Adriana Cornaro. En esos tiempos se destacaba como cantor y payador en los centros gauchescos. Se cree que sus primeras experiencias frente al gramófono fueron en 1911 para el sello Víctor, con una serie de canciones criollas, ya que por esa época no había llegado el tango cantado.

Por esos primeros años de la década de 1910 se conoce con Gardel y se suman a su grupo Francisco Martino y Saúl Salinas, aunque se disuelven al poco tiempo y continúa el dúo Gardel-Razzano. Se sabe que ese dúo, en esos tiempos, no gozaba de bienestar económico y que recorría boliches en busca de ganar algún dinero. Lo mismo les sucedió en las provincias del interior, donde a veces no tenían una cama para dormir y dependían del día a día. Por ese tiempo se empezó a asomar el tango en sus repertorios.

Razzano ya comenzaba a demostrar su capacidad para administrar, pues él era el encargado de concertar las giras, lo que hoy en día se conoce como manager o representante. Se sabe que por 1913 Pancho Taurel los contrata por $70 la noche, cifra exorbitante para el Morocho y el Oriental.

Al año siguiente hacen su presentación en el Teatro Nacional, show del que Razzano fue promotor publicitario. De a poco se iban haciendo un hueco en el mundo del arte.

Luego la historia se vuelca a favor de los dos amigos cuando se llevan adelante las giras por Montevideo, Rio de Janeiro, Santiago de Chile y Madrid, España. No era común ver que los cantores rioplatenses lleguen a Europa por esos tiempos.

Luego de esas giras, Razzano regresa a Buenos Aires e inicia su vida matrimonial con Cristina Chirinícola, adquiere su casa en Flores y ve nacer a su hija de la que Gardel era padrino. Sus cuerdas vocales dañadas no le permitieron continuar cantando y tuvo que asumir el rol de administrador del Morocho del Abasto.

Si bien, allá por el principio de la década de 1930, se conoce que ellos se distanciaron, los recuerdos y el amor el uno por el otro quedan, sin mejor huella que en la música. A pesar de la pronta muerte de Gardel, que Razzano sufrió como se sufre a quien es familia, y de la desaparición física de “Pepe” el 30 de abril de 1960, queda el recuerdo de dos grandes figuras del tango en esa casa remodelada y acondicionada para honrarlos en Bonorino 477. Esa casa que no permite que su legado termine, pues solo se muere quien es olvidado.

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