Flores de Papel | El periódico gratuito del barrio de Flores

Historia

Recuerdo de la vieja noche de Flores

El barrio, unos cuantos años atrás, supo ser uno de las zonas con más movida de Buenos Aires. Personas de toda la Capital y el Conurbano solían viajar hasta sus calles para disfrutar de sus boliches, bares, billares, cines y confiterías cada fin de semana.

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Escribe Natalia Rivarola

“¡No se olviden de Bamboche! Yo me venía desde Palermo a reservar la mesa a la mañana para el sábado a la noche”, contó nostálgica una actual vecina del barrio en una publicación en Facebook sobre lo que alguna vez fueron las noches de Flores. Es que el barrio, unos cuantos años atrás, supo ser uno de las zonas con más movida de Buenos Aires. Personas de toda la Capital y el Conurbano solían viajar hasta sus calles para disfrutar de sus boliches, bares, billares, cines y confiterías cada fin de semana.

Por ejemplo, los cines eran uno de los mayores centros de entretenimiento del barrio, que contaba con numerosas salas. Funcionaba El Coliseo (Bonorino  36), el Continental (Carabobo casi Av. del Trabajo), El San Martín (Rivadavia entre Pedernera y Varela), el Cine Rex (Artigas entre Rivadavia y Yerbal), el Cine Teatro Flores (Rivadavia, donde hoy es el Burger King, entre Gavilán y Granaderos), el San José de Flores (Rivadavia y San Pedrito), el Minerva, que luego se transformó en local bailable (Rivadavia 7428), el ex Cine y Teatro Fénix, más conocido hoy como “El Teatro Flores” (Rivadavia 7802),  y el lujoso Cine Pueyrredón (Rivadavia al 6800), que podría pronto ser reestructurado para convertirlo en un shopping. Sin embargo, de los tantos que tuvo el barrio, hoy sólo el Atlas Rivera Indarte queda en pie, hoy refaccionado.

En cuanto a confiterías, el barrio también ofrecía variedad. Se podía tomar un té con masas en La Perla de flores, en Rivera Indarte y Rivadavia; ir a La Londres, en Boyacá y Rivadavia, donde los muchachos tenían citas en traje y corbata; o pasar el tiempo justo en frente, en La Copla de Flores; tomar algo en Azteca, donde Sandro filmó la película ¡La vida continua!, en Rivadavia y Gavilán; elegir Sinatra, que según un vecino “era en esos días y noches lo más pitucón que teníamos”, en Rivadavia entre Membrillar y Bonorino; visitar las grandes columnatas y techos altos de La Chiogna, en Rivadavia y Gavilán; o hacer “la previa” en el recordado Café La Subasta, de los actores Emilio Comte y Silvia Merlino, en Membrillar y Rivadavia.

Las pizzerías también tenían su lugar bien ganado. Estaban La Cuyana, una de las más recordadas del barrio, que tenía la mejor sopa inglesa, en Fray Cayetano y Rivadavia; Citadella, para comer pizza por metro en Juan B. Justo y Argerich; La Génova en Varela y Avenida del Trabajo (actual Eva Perón); y a la vuelta en Varela y Echandía, El Tuñín; La Florinda, en Artigas frente a la plaza; y El Odeón (actual Kentucky) gran ícono de Flores que los vecinos siempre van a rememorar, en Pedernera y Rivadavia. Y estaba justamente arriba de este último uno de los espacios donde la juventud se juntaba a jugar al billar en las noches florenses. Como también en los Billares de los famosos hermanos Navarra, sobre Yerbal entre Artigas y Fray Cayetano; el pool Duncan, en la esquina de Rivadavia y Gavilán; Amadeus (antes Bowling Center) con  su mezcla de karaoke, disco, canchas de bowling y mesas de pool, en Rivadavia y Quirno; o los famosos fichines de Dinos, en Nazca y Rivadavia.

Pero si de noche se trata, Flores supo tener mucha movida de discos y bares. Esplendor que vivió en los ’60, ’70 y recuperó en los ’90 con boliches como The End o Retro. Uno de los quizá más recordados por los nostálgicos es el mítico Bamboche, en Rivadavia y Culpina, que con el tiempo debió reciclarse como boliche tropical, rebautizado La Puerta del Sol; también Musikats, en Rivadavia y Condarco; Tarot, que se incendió en 1988 y reinauguró en  1995, en Rivadavia y Quirno; Ateneo, que frecuentaban Chasman y Chirolita, en Gaona y Donato Álvarez; El Castellet de París, abajo Pub y arriba shows, en Falcón y Camacuá; el Bar Rojo en Gavilán casi Yerbal; Quitapenas, según una vecina “para cuando se terminaba la plata”, en un primer piso de Rivadavia y Nazca; La Naranja Mecánica, en Rivadavia y Bonorino; Babieca, con su característica cabeza de bruja que sobresalía en el frente, en la esquina de Artigas y Bogotá; el pub Kishers, en San Pedrito y Directorio; Tourbillon en San Pedrito y Rivadavia; el fonobar El Granero en Gavilán y Yerbal; el imperdible video bar After Eight, con sus cómodos sillones, en Rivadavia y Terrada; el Club Rivadavia para milonguear, en Rivadavia entre Boyacá y Luis Beltrán; MB en Quirno y Rivadavia; Apocalypse, el lugar metalero por excelencia, en Falcón y Varela; Mais Um, para bailar brasilero, en Alberdi y San Pedrito; Rango y Madrid Rock – que después se llamó Chamarro-, en Rivadavia y Argerich; el bar Nitrox, en Rivadavia y Portela; o las noches de rock en Nueva roma, en Alberdi y San Pedrito.

En 1989 se inauguraba The End (Rivadavia 7428), quizá la disco más reconocida que tuvo el barrio, que con el tiempo cambió varias veces de nombre hasta convertirse hoy en Bellakeo. Este boliche significó el resurgimiento de la noche en la zona, tras un periodo de menor movimiento. “Flores fue cambiando con el trascurso de la época, en los ’90 era lo más top”, cuenta Gabriel “Momia” Rome Hefner, vecino del barrio y RRPP, sobre estos años donde Retro (antiguo cine-teatro Fenix y actual Teatro de Flores), Clearing (Rivadavia 7467, después The Loft), Tabasco (José Marti 17) y Evelyn (Rivadavia 7425) copaban la escena y hacían casi imposible transitar las veredas los fines de semana por la cantidad de adolescentes.

Flores supo ser el centro de actividad para toda la zona oeste, lugar de paseo y disfrute.  Hoy nada queda de esas “noches top” más que los recuerdos de los vecinos nostálgicos que aun sueñan con el regreso de sus años de esplendor.

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