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Solución piojicida

Escribe Lucía D´Anna Urteaga, tiene 12 años y vive en el barrio de Flores. Fundó y dirige –junto a su prima Alma- la Biblioteca Infantil gratuita “Alfonsina Storni”, del Museo Barrio de Flores.

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Escribe Lucía D´Anna Urteaga (*)

Sinceramente, nunca me importó en mi larga vida de 7 años mi cabello. Siempre suelto, revoltoso, despeinado; pero limpio. Me lo cepillaba así nomás, hasta que sucedió lo peor de la existencia: ataque de piojos. La mamá pioja puso millones de huevos, de los que luego salieron esas criaturas casi microscópicas.

Yo creo que esos días intentaron cavar pozos en mi cuero cabelludo, por eso la acción de rascarme la cabeza desesperadamente. Mi mamá probó con todo para echar a los intrusos: me paso el peine fino con paciencia, me coloco la loción Nopucid, hasta hizo una mezcla de vinagre y alcohol puro como antídoto oloroso. Pero los piojos siguen infiltrándose. ¡Hasta habían hecho una fiesta celebrando mi pelo!

Tomaban mate, bailaban canciones cumbieras, se sacaban selfies. Mientras que la mama pioja continuaba reproduciendo más. ¿Qué se suponía que yo debía hacer? Googlé métodos antipiojos pero eran super extraños y desconfiables.

Le pregunté a mi mejor amiga si sabía otra manera y me negó. Pensé un poco en mi escritorio y de mi ocurrencia creativa surgió una idea tal vez alocada, pero genial. Eso me iba a salvar de los bichitos molestos. Anote el plan en mi diario no tan íntimo y lo fui mejorando. Cuando ya estaba segura de mostrarlo, se lo enseñé a mis papás y les causó gracia. Una carcajada risueña largó pero no era un chiste. Yo quería concretar el proyecto y lo iba a lograr. ( O eso intentaría)

– Consiste en hacer un club para piojos con mucho pelo adentro para que a ellos les guste ese lugar y no tengan más que invadir los cerebros como zombies. Debemos recolectar cabellos para encantarlos – explicaba mi idea a vecinos de Flores convencida. Entonces, el peluquero “Chelo Tijera”, de la calle Caracas, se ofreció a juntar el pelo cortado de los clientes que atendía en su salón.

Así, me volví millonaria en pelo y lo utilice para construir el lugar feliz de piojos. Cuando los míos vieron ese club peludo saltaron, brincaron hacia allí y yo me deshice de ellos, como muchos florenses más que padecían esta situación. Me sentí orgullosa de darle a mi barrio querido la Solución piojicida.

(*) Lucía D´Anna Urteaga tiene 12 años y vive en el barrio de Flores. Fundó y dirige –junto a su prima Alma- la Biblioteca Infantil gratuita “Alfonsina Storni”, del Museo Barrio de Flores.

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