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Solidaridad entre vecinos en medio de la crisis

En medio de la crisis los grandes y pequeños gestos se intensifican, tanto de organizaciones sociales como vecinos particulares que juntan donaciones para colaborar, como aquellos que asisten al de al lado haciéndole las compras o solucionándole inconvenientes sin otra intención que la de ayudar.

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Escribe Dra. Natalia Rivarola

La cuarentena obligatoria no golpea igual a todos. A pesar de que la situación económica de la mayoría de vecinos se ve gravemente afectada, muchos cuentan con cierto respaldo, ya sea por tener un trabajo en blanco o ahorros disponibles.

Sin embargo, hay numerosas familias más vulnerables ante esta crisis: personas que no cuentan con un trabajo formal que les permita quedarse en casa o que no tienen recursos para cumplir con las medidas de higiene básicas. Ellos necesitan más que nunca de la solidaridad de los que también sufren el aislamiento por el coronavirus aunque en mejores condiciones. Es por eso que en medio de la crisis los grandes y pequeños gestos se intensifican, tanto de organizaciones sociales como vecinos particulares que juntan donaciones para colaborar, como aquellos que asisten al de al lado haciéndole las compras o solucionándole inconvenientes sin otra intención que la de ayudar.

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“Nos organizamos para que a nadie le falte la comida en la mesa. Salimos a entregar a quienes más lo necesiten. Ayudanos a ayudar. ¡De ésta salimos todos juntos!”, reza el posteo de la Murga Los Impresentables de Flores. Mery Acosta, Laura Falbi y Cachi Flores son quienes están detrás de esta movida solidaria, repartiendo bolsones de mercadería ante la gran demanda de familias con niños. Fideos, arroz, atún, polenta, puré de tomate, harina, huevos, azúcar, yerba, galletitas, leche, artículos de limpieza… “Lo que se pueda va a estar bien, todo suma y ayuda”, aseguran. Quienes deseen colaborar solo tienen que contactarse con ellos a través de Facebook y coordinar.

Por su parte la Asamblea de Flores, organización que nació en la ex-Plaza Aramburu producto de la crisis del 2001, se encuentra recibiendo alimentos no perecederos, frutas y verduras en Avenida Avellaneda 2177, entre Gavilán y Granaderos, los martes, miércoles y viernes de 17 a 19 y sábados de 10 a 16; y en el Centro de Formación Profesional N°24, ubicado en Morón 2538, de lunes a viernes de 14 a 17.

Además están funcionando a tope comedores y merenderos donde los vecinos se acercan todos los días por un plato de comida. Desde la Asociación Civil Manos Unidas están llevando a cabo una campaña solidaria de recolección de alimentos y artículos de limpieza para su merendero de Bajo Flores, que funciona durante la semana en Camilo Torres 2081.

Tienen un grupo que se encarga del menú del comedor, de la campaña de donaciones y del traslado para no poner en riesgo a los donantes. Necesitan desde arroz, fideos, carnes rojas y blancas, verduras, caldo; pasando por recipientes para viandas, botellas y tuppers; hasta productos de limpieza como detergente, esponjas, lavandina y jabón blanco. Cabe destacar que también recolectan repelente para mosquitos y espirales para que las familias tengan los elementos indispensables para combatir la otra epidemia que azota a Flores: la del dengue.

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También en Barrio Rivadavia 1 se encuentran realizando ollas populares y meriendas gracias a donaciones frente a la escuela 12. Se trata de una iniciativa de “Los Pibes Del Pasillo”, un grupo de vecinos que se organizó para aportar su granito de arena en este momento tan difícil. Ejemplo de fuerza de voluntad y de necesidad se vio allí el pasado 27 de abril cuando los jóvenes repartieron un vaso de chocolatada, facturas y otros productos a quienes se acercaron pese a las inclemencias del clima. Se manejan con donaciones y no reciben ayuda del Estado. Se los puede encontrar en Facebook como Los Pibes Del Pasillo – Bajo Flores.

El Merendero Unidos por una Sonrisa del Barrio Rivadavia ll, el Comedor Esperanza de la Manzana 14 del Barrio Ricciardelli – ex villa 1-11-14 -, el Comedor Gauchito Gil de la Manzana 9, el Merendero Las Pulguitas de la misma zona y el Merendero Un Pedacito de Esperanza del Barrio Illia ll también se encuentra trabajando arduamente. Para ayudar a todos estos espacios “Flores Solidario” está recibiendo donaciones de alimentos no perecederos y de todo lo que se considere necesario para el almuerzo, cena y merienda, además de elementos de higiene personal y de limpieza.

El comedor de la Basílica San José, que funciona en el pasaje Pescadores, es otro lugar al que familias concurren a almorzar y cenar todos los días. Debido a la situación que se vive, la demanda aumentó considerablemente y en estos días están entregando viandas a más de 400 personas. Es por eso que no están dando abasto y para continuar la asistencia alimentaria están requiriendo ayuda, por lo que solicitan donaciones de alimentos o un aporte económico.

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Cabe destacar que en la parte de la iglesia también están entregando bolsas de mercadería y pronto en el pasaje Salala comenzarán a repartir medicamentos. Además allí funciona un espacio para que las personas en situación de calle puedan pasar las noches.

También es de destacar el impresionante trabajo que realiza la parroquia Santa María Madre del Pueblo en el Barrio Padre Ricciardelli en el Bajo Flores, que por día entrega casi 4.000 raciones de comida para las familias de la zona. “También armamos equipos de voluntarios para atender ancianos y ancianas que precisen de nosotros. Tenemos un centro de jubilados, el ‘Papa Francisco’, pero tuvo que dejar de funcionar, por razones obvias. Los voluntarios, de todos modos, los acompañan en el aislamiento para que no les falten medicamentos y comida”, contó el padre Juan Isasmendi. No sólo eso. Además reacondicionaron una cancha de fútbol que tiene un quincho, detrás de la parroquia, para convertirlo en un centro de cuarentena transitorio para vecinos sin techo.

Pero la solidaridad entre vecinos no se evidencia solo en estas grandes acciones para brindarles un plato de comida a los que más lo necesitan. También hay gestos que marcan la diferencia, como el de Enrique Fader, vecino especialista en tecnología que, con todos los cuidados y precauciones de higiene necesarias, le fue arreglar la heladera a una mujer de 83 años y no aceptó pago alguno. “Mi vocación de servicio es porque sé, hace mucho, que existe gente como vos. Gente buena, dispuesta a ayudar a una abuela o a quien sea que se cruce por su camino”, agradeció la hija de la vecina, quien trabaja de auxiliar y camillera en el Hospital Posadas.

También María, de 79 años, conoció el lado más amable de varios vecinos que juntaron y le acercaron alimentos para que le pueda dar de comer a sus 15 gatos y 10 perros en medio de la crisis. Estos gestos de corazón se suman a los de muchos jóvenes que se ofrecen diariamente para hacerles las compras a personas de grupos de riesgo que no puede salir de sus casas. La solidaridad entre vecinos es, sin dudas, la mejor cara de la crisis.

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