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El delivery, los pedidos y el take away, servicios que resurgieron con todo para quedarse

Con el aislamiento social obligatorio el delivery se transformó en el más grande aliado de todo hogar. Desde los clásicos de comida rápida, casera o gourmet, pasando por bebidas, productos de supermercado y farmacias hasta golosinas, ropa, zapatos, tortas de cumpleaños y bijouterie.

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Escribe la Dra. Natalia Rivarola

“Buen día vecinos, ¿alguien sabe de alguna mercería que venda lanas y haga envíos por la zona?”, pregunta una mujer de la calle Lautaro al 500. Es que con el aislamiento social obligatorio el delivery se transformó en el más grande aliado de todo hogar. Desde los clásicos de comida rápida, casera o gourmet, pasando por bebidas, productos de supermercado y farmacias hasta golosinas, ropa, zapatos, tortas de cumpleaños y bijouterie.

Los vecinos piden todo tipo de cosas, incluso algunas antes totalmente impensadas para envío, y los comercios del barrio se suman a este no tan nuevo servicio que sin dudas resurgió con todo para quedarse, en un difícil contexto en el que el que no se reinventa pierde.

Año y medio atrás escribíamos en este periódico sobre la aparición en Flores de los “repartidores low cost”, esos jóvenes en bicicletas y motos vestidos de rojo, naranja flúo o amarillo con enormes mochilas cuadradas sobre la espalda. Dicha tendencia crecía en el mundo, y se comenzaba a instalar de a poco en las calles del barrio, aunque aún no cubría su totalidad.

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El servicio de los mismos, que funcionan con una aplicación que se baja al celular donde la gente indica qué quiere que le lleven a su casa, era principalmente utilizado por grandes cadenas para poder ampliar sus zonas de cobertura, pero también comenzaban a hacerlo algunos comercios locales.

Hoy, en un escenario totalmente diferente, se convirtieron en moneda corriente. La cuarentena obligó a todos los comerciantes a reestructurarse para salir adelante y el delivery resurgió con todo para ofrecer un servicio que promete durar en el tiempo mucho más allá de la pandemia. Ya sea a través de estas tecnologías como Glovo, Rappi, Uber Eats o PedidosYa, el clásico pedido por teléfono o la opción de tomar órdenes por WhatsApp, redes sociales o mail, los locales realizan entregas a domicilio de todo tipo de cosas, siempre respetando los protocolos de seguridad (algunos ofrecen dejar el paquete en la puerta para minimizar el contacto entre personas y otros hasta incluyen consejos para higienizar la bolsa o caja y lo que ésta contenga).

Para facilitarle la experiencia al vecino, la mayoría recibe pagos a través de tarjetas de debido, crédito, Mercado Pago y efectivo.

Además, en tiempos de aislamiento social, el delivery o los pedidos permite a muchas familias y amigos sentirse más cerca, ya que se está haciendo habitual el envío de regalos a otras casas mediante esta modalidad. Así, a un joven vecino le llegaba unas semanas atrás una picada por su cumpleaños de parte de sus padres; o una amiga le enviaba a otra facturas para merendar juntas a la distancia.

Los primeros en volcarse a esta tendencia fueron restaurantes, bares, cervecerías y otros locales de comida preparada. Si bien muchos tenían disponible los envíos desde antes de la crisis sanitaria, sin dudas la oferta – al igual que la demanda – se multiplicó exponencialmente. Lugares que antes no ofrecían este servicio se sumaron para poder cubrir el sueldo de los empleados y encontraron una veta más que útil.

Le siguieron los supermercados, las farmacias y otros locales de alimentos como carnicerías, verdulerías, dietéticas, confiterías, heladerías y hasta golosinerías, que colapsan de pedidos ante videos en vivo en Instagram mostrando toda su mercadería.

Luego llegó el turno de ropa, zapatos, electrodomésticos, juguetes, libros, lanas… Todo lo que uno pueda imaginar hoy llega a tu casa por delivery. Así se multiplican los pedidos de los vecinos de cosas antes impensadas para este servicio, como, por ejemplo, packs de medias, bijouterie para niñas, tortas de cumpleaños, ropa de bebe, pijamas y pantuflas.

Las redes se convirtieron en vidrieras digitales para mostrar los productos e incluso hay comercios tradicionales del barrio que debieron inaugurar sus cuentas de Facebook, Instagram o Twitter durante la cuarentena para no quedarse atrás. Y así, aunque la expansión del virus está pegando fuerte en la economía, hay algunos negocios que comenzaron a tener incrementos en sus ventas.

Golpeados por la pandemia, los comercios del barrio reestructuraron su modelo de negocio para seguir adelante y están logrando sumar nuevos clientes. El delivery será un mercado de gran crecimiento en los próximos meses y años, acercando todo tipo de compras a los hogares y asentando un profundo cambio en las costumbres de los vecinos.

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