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La fábrica de dos vecinos que cambió los juguetes, por máscaras protectoras para hospitales

Los vecinos de Flores Diego Faraoni y Cecilia Ponzo en medio de la cuarentena comenzaron a confeccionar máscaras protectoras para Hospitales públicos en su fábrica de juguetes Chikitos y ya llevan donadas más de 2600.

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Escribe Dra. Natalia Rivarola

Si bien desde el Gobierno se están tomando las medidas que creen necesarias para que la pandemia no impacte con gravedad y que el sistema de salud no colapse, las necesidades son muchas y el Estado no llega a cubrirlas todas. De hecho son numerosas las denuncias de personal médico por la escasez de insumos para protegerse en el medio de la batalla contra el coronavirus. Al ver esto, muchos eligen actuar, como los vecinos de Flores Diego Faraoni y Cecilia Ponzo, que en medio de la cuarentena comenzaron a confeccionar máscaras protectoras para Hospitales públicos en su fábrica de juguetes Chikitos y ya llevan donadas más de 2600.

“Este proyecto nació a fin de marzo. Yo soy diseñador industrial y vi en foros que estaban empezando a hacer respiradores y máscaras. Estas últimas las estaban imprimiendo en 3D, que es un proceso bastante lento y encima el material es como poroso, que no es lo óptimo para después limpiarlo y que quede bien esterilizado. Entonces yo, estando a una cuadra de mi fábrica y con la cuarentena, tomé la decisión de hacer una matriz de inyección, que es la forma correcta y rápida de hacer la vincha. Estoy haciendo una vincha en 30 segundos más o menos y en 3D se tarda una hora y cuarto”, comenzó explicando Diego, docente de posgrado de la UBA y de la Universidad de Palermo, en diálogo con Flores de Papel.

El delivery, los pedidos y el take away, servicios que resurgieron con todo para quedarse

Entonces el vecino que vive a metros de la rotonda del Premetro se puso en campaña para conseguir el material y alguien que pudiera cortarlo. Así contactó a la empresa Bandex, que donó 60 kilos de PET para hacer los frentes y con Promoforma que hizo el cortado. “Cuando tuve eso resuelto me puse a hacer el molde. Nos juntamos, le dimos forma a este proyecto y en abril arrancamos a donar las primeras”.
Sin dudas lo que lo motivó a llevar adelante esta iniciativa fueron dos cosas: las ganas de ayudar y contar con el conocimiento para hacerlo. No podía quedarse de brazos cruzados teniendo la posibilidad de hacer un cambio. “Tenía la opción de desarrollar esta vincha que se podía hacer mucho más económica, más rápida y de mejor calidad. Pero no quería quedarme solo con eso. Cuando conseguí los otros elementos, salvo el elástico que lo tengo que abonar, tomé esta decisión”.

El personal de los Hospitales Penna, Argerich, Néstor Kirchner, Ramos Mejía, el de Clínicas, Casa Cuna y la Comisaria de la Mujer en Monte Grande ya se protege con sus máscaras. “Tratamos de donar pocas unidades a varios hospitales para que llegue lo más diversificado posible”, explica.

Y como dice el dicho, todo lo bueno vuelve. “La fábrica estuvo cerrada casi un mes. Con las donaciones empezaron particulares y empresas a querer comprar y eso nos permitió habilitar la empresa con una exención para poder fabricar. Entonces empezamos tímidamente con dos máquinas a ponerla en marcha de nuevo. La semana pasada habilitaron para entregar juguetes terminados y un par de operarios más pudieron volver a sus puestos de trabajo”, cuenta el vecino.


En este momento Chikitos, que tiene una matricería en Flores y su planta productiva en Pompeya, se encuentra fabricando ambas cosas, ya que, ante la demanda instituciones privadas, también comenzaron a vender estos objetos de protección. “Esto nació de las ganas de ayudar y después por suerte apareció un mercado que hace que la empresa pueda seguir trabajando y que nos ayude a pagar los sueldos de los empleados, porque la verdad que estar un mes sin facturación es lapidario”.

La fábrica de los vecinos, que también está desarrollando máscaras para chicos para “cuando puedan salir a pasear o vuelvan al colegio” que estarán a la venta y también donarán a instituciones, cuenta con 15 operarios que, para protección ante la pandemia, trabajan en grupos rotativos de cinco con todas las medidas de distanciamiento e higiene necesarias. “La mayoría son de Flores. Los mandamos a todos a buscar y los llevamos a su casa en remís para que no usen transporte público. En la fábrica obviamente usan las máscaras protectoras, cada una hora se lavan las manos, alcohol en gel… tenemos todas las medidas muy presentes”.


“Yo creo que las buenas acciones se retribuyen de alguna manera. Si no hubiese donado tampoco hubiese salido otro producto para comercializar, así que las buenas acciones vuelven”, repite Diego, cuyo papá y tío fundaron la fábrica hace 52 años en Flores. Las fotos de agradecimiento de los médicos y la posibilidad de que los trabajadores puedan seguir llevando el pan a sus casas evidencian que sin dudas todo valió la pena.

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