Flores de Papel | El periódico gratuito del barrio de Flores

Actualidad

Un raro “caso” que deambula por el Bajo de Flores

Escribe César Aira

Publicado

el

“Una noche vio a Maxi tirando de un carrito de cartonero, y lo reconoció. Lo había visto muchas veces saliendo del edificio de la esquina de la comisaría, y le había llamado la atención por su físico. No es que esto último fuera necesario para que lo reconociera, porque era muy fisionomista y tenía una memoria de elefante.

Intrigado e interesado, empezó a observarlo. Como no tenía que rendir cuenta de sus horarios, salía al anochecer en su auto y no le costaba mucho trabajo localizarlo. Lo estudiaba de lejos, a veces estacionado un momento, sin bajar del auto, a veces dando vueltas a la manzana, siguiendo el recorrido que hacía el joven patovica con los cirujas. Al poco tiempo tenía más o menos en claro su rutina.

Corré en Parque Chacabuco

La primera vez había creído que ayudaba a una familia determinada, pero no tardó en ver que no se trataba de eso, y su interés creció. En varias ocasiones lo siguió hasta el final, hasta que ya muy adentro del Bajo de Flores se despedía y volvía a su casa. Un par de veces esperó sentado en el auto a que saliera de la casa, a la última hora de la tarde, y lo siguió, a la distancia e invisible, todo el trayecto hasta que volvía, tres o cuatro horas después. No se preocupaba por el tiempo que le insumía.

No lo hacía todos los días; en general se limitaba a echarle una mirada de lejos, le bastaba con reconocerlo y ver que seguía en lo mismo. Dejaba pasar días, semanas enteras, sin ir a ver, después volvía… Así fue constatando sus progresos hacia la villa. Ya en invierno, lo esperaba a veces en la parte ancha de Bonorino, hasta verlo llegar, tambaleante al final de su jornada, y fue testigo de su ingreso a la villa, lo que llevó al máximo su interés en el asunto y lo puso a pensar seriamente.

De barrios obreros a zonas selectas

Todo separaba a Maxi del inspector Cabezas, la edad en primer lugar. Uno estaba al comienzo de su vida, no sabía que iba a hacer con ella y reaccionaba sobre la base de esa incertidumbre; el otro, pasados los cincuenta años, iniciaba a vuelta, sabía perfectamente lo que había hecho con su vida, y daba por sentado que la acción de cualquier hombre, joven o viejo, ya estaba tramando el tejido de su destino.

De ahí surgía un malentendido esencial, que tendría grandes consecuencias. La diferencia se manifestaba en el formato de sus respectivas empresas, por más que estas se superpusieran. La de Maxi era lineal, una aventura abierta a la improvisación, que se perdía de vista a lo lejos como un camino. La de Cabezas, en cambio, se parecía al desciframiento de una estructura.

Para un policía, y sin necesidad de recurrir a la influencia de la novela policial, las cosas se presentaban bajo el aspecto de un “caso”. Por poco que se hubiera interesado en las idas y venidas de Maxi, éstas constituían en su mente un caso. Es decir que nada debía quedar inexplicado, y una explicación debía engancharse con otras, hasta formar un complejo, el cual a su vez debía articularse con otros, hasta que toda la sociedad quedara cubierta.”

(*) Tomado del libro La villa, de César Aira.

Flores de Papel Digital

Recibí las novedades del barrio por mail

* indicates required

Intuit Mailchimp