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Esperando la intervención de Dios
Escribe el Pastor Justo E. Janse
¿Cómo puede ser que a los malos le vaya tan bien? Hace 3000 años, un rey anciano (David) aconseja a un joven que se siente tentado a dejar de mirar al Señor pues la envidia cautivó su corazón. Y le dice: “No te impacientes”. ¿Por qué? Frecuentemente nos sentimos desalentados, desanimados y casi desesperados ante las injusticias diarias. Si salimos a la calle “nos da la sensación” que en cualquier momento va a suceder lo peor. Vivimos en alerta máxima; lo que nos lleva a una angustia creciente, a un estrés desgastante que consume nuestro entusiasmo por la vida. ¿Y fue siempre así? ¿Es así en todos lados? Necesitamos una intervención de parte de Dios. El salmo 37 es muy reiterativo con el desafío a esperar en Dios marcando un contraste entre el presente y el futuro; entre el justo y el impío.
¿En qué grado dependemos de Dios en la vida diaria? Hay una actitud y modo de encarar la vida: “ENCOMIENDA A JEHOVÁ TU CAMINO, CONFÍA EN ÉL Y ÉL HARÁ.” (Salmos 37:5).
Si lees el salmo 37, notarás que los malos son caracterizados como maquinadores oportunistas (vers. 7, 12, 32) que no pagan sus deudas (vers. 21) y como malvados criminales (vers. 14, 32). Ante la injusticia el hombre bueno es instruido a evitar la ira (v 1), confiar en el Señor (vers. 3 y 7), deleitarse en Él (vers. 4), encomendarse a Él (vers. 5), y refugiarse en Él (vers. 40). Los justos son caracterizados como mansos (vers. 11), justos (vers. 18, 37), compasivos (vers. 21, 26), íntegros, pacíficos (vers. 37), hablan sabiamente (vers. 30) y que tienen en sus corazones la ley del Señor (vers. 31).
I. “ENCOMIENDA A JEHOVÁ TU CAMINO”: RECONOCEMOS SU SABIDURÍA.
En la Biblia como en el día de hoy, “camino” es sinónimo de “la vida” misma. Es la línea de conducta que piensa seguir, las medidas que vas a tomar: un camino ético y práctico. “Los caminos de la vida, son difícil de andar” dice Vicentico. Más me gusta como lo expresa Patricia Sosa en el tema “Aprender a Volar”: “Duro es el camino, y sé que no es fácil”. Y Jesús afirmó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). Es notable que a los primeros cristianos se los conoció como “los del camino”, enfatizando su manera conducirse siguiendo a Jesús. Por eso reconozcamos la sabiduría del Señor y dejémonos guiar por su Palabra. Pablo repite una y otra vez: “Andad en Cristo” Jesús es el punto de inicio, el carril y la meta del cristiano. El camino es ir a Jesús e ir hacia donde Jesús va. “Confía en el SEÑOR de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.” (Proverbios 3:5,6).
II. “ESPERA EN ÉL”: RECONOCEMOS SU FIDELIDAD. Esperar en él nos anima a mirar hacia delante y no tanto el aquí y el ahora. El v 1 plantea el peligro de impacientarse, de acalorarse, de caer en la envidia y “soltar la cadena”. De llegar al colmo de pensar que es mejor ser malo, pues ser bueno es ser tonto. El v. 7 dice “guarda silencio ante Jehová” con una actitud de serenidad expectante. Contrariamente el salmista comienza diciendo “No te impacientes” Lit. “no te acalores”. Diríamos hoy “No te calientes”. No te sonrojes de bronca y vergüenza (pues puedes estallar en palabras y acciones indeseadas). Advierte: “deja la ira y desecha el enojo” (vv.8-9) como si fuera basura contaminante. No caigas en la ENVIDIA (tristeza por el bien de otro- Desear lo que tiene otro) pues la prosperidad de los malos es breve.
La manera de actuar bajo presión y en la crisis debe expresar nuestra fe en Dios. Aun en ese momento debemos mantener los ojos en Jesús, esperar en él, ver en él nuestro ejemplo, desafío y modelo. Debemos ser reactivos positivamente, ser constructivos: El texto 3-4 nos desafía a confiar y hacer el bien. Reordenar nuestras emociones: deleitarnos en Dios pues él oye nuestra oración, ve nuestro corazón. ¿Cómo Pablo y sus amigos en la prisión de Filipos podían alabar a Dios luego de ser azotados y puestos en un cepo?
Confiar en Jesús nos libra de toda angustia (Mat 6:35). Pedro nos invita a echar sobre Dios la ansiedad, (1Ped 5:7; Fil 4:6). Confiemos en que las circunstancias del diario transitar fueron preparadas de antemano por nuestro Dios; tanto para hacer el bien (Ef 2:10) como para evitar que seamos probados más de lo que podemos resistir (1 Cor 10:13).
Confiar = FIAR (ya no se usa). Antes existía el comprar “fiado” con una libretita negra en la que se anotaba (hoy es la tarjeta de crédito) hasta que apareció el cartelito: “Hoy no se fía, mañana sí” Reconozco que la primera vez que lo leí demoré un poquito en captar la idea… (era chico, tenía solo nueve años, ja, ja). Si usted no puede confiar hoy en Dios, ¿Mañana sí? Este texto afirma clara y contundentemente por qué debemos esperar en Dios:
III. “Y ÉL HARÁ”: RECONOCEMOS SU PODER. La recompensa de la fe: Dios obrará
Dios obró como respuesta al clamor de su pueblo en tiempos de Moisés y en tiempos de Nehemías. Más allá de las expectativas de estos dos hombres, Dios los utilizó y se revirtió una situación que parecía imposible en tiempos de opresión.
Dios puede intervenir sólo si clamas dispuesto a obedecerle. Y en tu vida habrá una renovación espiritual que se refleja cuando eres guiado por Dios.
“Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.” (Efesios 3:20, 21)
DESAFÍO: Reconocer nuestra necesidad de ser orientados al hacer nuestros planes según la sabiduría de Dios; confiar en la validez de las promesas de Dios; y esperar exclusivamente en el poder y en el amor de Dios.
Esta nota podés encontrarla en la publicación del mes de Mayo de 2019 del periódico Flores de papel