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Los niños violentados con una casa para sanar

Cuidar lo más frágil es trabajar el futuro. En la esquina de avenida Directorio y Esteban Bonorino se encuentra la Casa Comunitaria San José.

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Escribe Lucas Schaerer

Cuidar lo más frágil es trabajar el futuro. En la esquina de avenida Directorio y Esteban Bonorino se encuentra la Casa Comunitaria San José. Está pintada con los colores de nuestra patria. Fue Hogar de Cristo pero desde agosto está dedicada al acompañamiento a las infancias. Es la primera casa comunitaria para cuidar a los niños que viven violencias sexuales, maltratos, muchas veces intrafamiliar, que construye la iglesia católica en la Ciudad de Buenos Aires para las familias de las villas.
La violencia sobre los chicos es una herida abierta en la comunidad de la Villa del Bajo Flores, de Castañares para Perito Moreno, hoy conocida por ley como Barrio Ricciardelli, en homenaje al primer sacerdote en vivir en la villa.

El actual párroco de María Madre del Pueblo, Juan Isasmendi, siente que cada revelación de violencia a los pibes de la villa es una piña en el mentón, como aquellos uppercut que reciben los boxeadores. Entonces enfrentó el problema haciendo un discernimiento con las profesionales que lo acompañan en la parroquia, entre ellas la profesora de educación física y abogada penalista, Nadin Hennawi, y la psicóloga, Lourdes Molina.

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La casa está siendo remodelada. Se está construyendo un oratorio, para el momento de fe, en el salón de la equina habrá juegoteca y libros, a su lado el consultorio para la atención psicológica y un salón de talleres para los adultos. Allí además habrá capacitación y formación para los adultos respecto a cómo detectar un maltrato.

“Creemos que es muy importante la escucha y la mirada sobre los chicos. Por ejemplo, estamos acompañado crianzas comunitarias. De madres o padres que tienen varios hijos a quienes puede alimentar o llevar al colegio pero ese es su límite”, explicó a Flores de Papel, Nanu, como todos llaman a Nadin, la coordinadora de la Casa Comunitaria San José, quien desde hace una década trabaja en la iglesia de la villa del Bajo Flores, primero con el jardín y luego el club.

De 30 a 40 chicos del Bajo Flores y otras villas podrán ser recibidos por un equipo interdisciplinario, que va desde los pedagogos, trabajadoras sociales y abogados. Todo ello articulado con el Consejo del Niño, Niña y Adolescencia como la Asesoría Tutelar de Menores.

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Una familia puede llegar a la mañana e irse a la tarde. A la hora del almuerzo cocinan todo casero y comparten la mesa, sin TV.
“Los vecinos se acercan a saber que estamos haciendo, la gente está atenta y luego empezamos a recibir ayudas de ellos. Así pasó con un vecino que para su cumple en lugar de regalos pidió que se junte el dinero y lo aportó para que compremos insumos para la obra. También desde el colegio Misericordia (frente a la Casa) recibimos mucha solidaridad, por ejemplo, profes y estudiantes una vez a la semana limpian y están organizando una caminata llamada ‘poner el corazón en San José’. La recaudación va a la tarea con los chicos”.

Construir en Flores

Para el próximo 19 de marzo, día de San José, el padre terrenal de Jesús y esposo de María, la casa será inaugurada oficialmente con el acompañamiento del cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, junto a su obispo auxiliar para las Villas, Gustavo Carrara.

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