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Las revoluciones que cobraron protagonismo en la vida de los vecinos gracias al coronavirus
Desde la manera de trabajar, consumir productos y servicios, pasando por la forma de entretenimiento hasta la atención médica y la educación, la pandemia profundizó transformaciones que venían en proceso.
Escribe Dra. Natalia Rivarola
Desde la manera de trabajar, consumir productos y servicios, pasando por la forma de entretenimiento hasta la atención médica y la educación, la pandemia profundizó transformaciones que venían en proceso. Un recorrido por algunas de las revoluciones tecnológicas que ya acontecían entre nosotros, pero que ahora aceleraron su ritmo y están cambiando la vida de todos los vecinos.
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Uno de puntos donde sin dudas la pandemia empujó una transformación que se venía dando en los últimos años es en la bancarización. Miles de vecinos se vieron prácticamente obligados a sumarse a la utilización de “dinero electrónico”. De un día para el otro cambió cómo compramos y se multiplicó el movimiento de plata a través de cajeros automáticos, computadoras y celulares. Y aunque muchos continúan usando efectivo, las billeteras virtuales cobraron relevancia y casi cualquier emprendedor de Flores ahora acepta MercadoPago o transferencia bancaria.
Y así como tras la crisis de 2001 muchos empezaron a usar la tarjeta de débito por la devolución del 5% del IVA, de este contexto se esperar un salto hacia una profundización mayor de la bancarización. Esto va de la mano del reconocimiento de la importancia del e-commerce. Si bien era algo en crecimiento, a través de plataformas como MercadoLibre o “tiendas nube”, mucha gente que ya compraba online ahora se lanzó a más rubros, y otra que nunca se había animado lo está haciendo, obligada por la cuarentena.
Como publicamos en ediciones anteriores en este periódico, hoy los vecinos no solo compran comida para que llegue a sus casas sino todo tipo de productos, desde ropa, pasando por electrodomésticos, sartenes, hasta lanas y pantuflas, y en la mayoría de los casos lo hacen a través de plataformas online.
Pero no solo se modificó la manera de comprar productos y mover dinero, sino también la forma de trabajar de miles de personas. El aislamiento social puso en foco una modalidad laboral que venía allanando camino hace varios años: el home office.
La necesidad de no salir del hogar si no se cumple una función esencial puso en movimiento para muchos todo un nuevo mundo al cual debieron adaptarse de un día al otro a puro aprendizaje. Los aspectos más valorados de trabajar en el hogar son el tiempo adicional que genera no tener que viajar al trabajo, la flexibilidad horaria, el ahorro monetario de transporte, indumentaria y comida, el mayor tiempo que pueden compartir con sus familias y la independencia que les habilita el teletrabajo en sí.
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Aunque también aparecen ciertas complicaciones, sobre todo a raíz de la mala conexión a internet que muchos padecen en el barrio, y de los cortes de luz, como los que sufrieron en las últimas semanas los vecinos de Directorio y Culpina, Avellaneda y Artigas, Falcón y Varela, Rivadavia y Terrero, Primera Junta y San Pedrito, San pedrito y Crisóstomo Álvarez, Lafuente y Laferrere, Zuviria y Rivera Indarte, y San Pedrito y Alberdi, generando estrés e incertidumbre en esta nueva experiencia.
Por otro lado también cambió el modo en que se consume cultura y entretenimiento. Una importante transformación se está dando en la industria audiovisual. Era un mercado que atravesaba una transición, con el debut de plataformas de streaming como Disney+ o HBO Max, que se sumaron a las expansiones de Amazon Prime o Apple TV, enfocadas en quitarle una porción de la torta a Netflix. También el fenómeno de los autocines, que al ser la única alternativa sanitariamente segura para ver películas en pantalla grande, están teniendo un auge en Estados Unidos y Europa.
Habrá que esperar para ver si en unos meses pueden llevarse a cabo funciones en espacios verdes del barrio, como la Plaza Flores, la Plaza del Ángel Gris o la de los Periodistas, o en espacios como el Patio Porteño en Donato Álvarez y las vías del tren Sarmiento. Cabe recordar que algunos veranos atrás se realizó un ciclo de cine en pantalla gigante en el Patio de los Lecheros, donde los vecinos pudieron acercarse con sus reposeras para disfrutar de películas al aire libre, lo cual sería una buena opción para otros lugares del barrio.
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En el mundo del teatro, el aislamiento impulsó la oferta online de obras filmadas y otras que se pueden ver por streaming en tiempo real, como el monólogo “Histeriotipos” de nuestra vecina Anita Martínez. Algo similar pasa con la música, con los conciertos en vivo por redes sociales. Así se realizó, por ejemplo, el pasado 11 de junio un show virtual en homenaje a Cacho Castaña el día en que el fallecido vecino de Flores hubiera cumplido 78 años. Si este formato llegó para quedarse dependerá de cuán distante esté el regreso de los shows presenciales y, sobre todo, del surgimiento de alguna modalidad efectiva para que los artistas obtengan ganancias con el formato.
Otra “revolución” a destacar es la educación de manera virtual. Por un lado es una problemática, ya que no todos los chicos tienen acceso a una computadora o smartphone e internet; y por otro puede verse como una oportunidad que dejará buenos frutos. Los contrastes entre los profesores que manejan la tecnología y los que no dominan más que el correo electrónico son demasiados.
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Niños, padres y docentes con esfuerzo se sientan varias veces por semana para tratar de concretar una reunión del grado por videoconferencia. Lo que se aceleró con la pandemia es la evidencia de las posibilidades reales de los actores de la educación para, de un día para el otro, trabajar en forma virtual.
Como afirma el historiador y docente del Colegio Nacional de Buenos Aires Federico Lorenz, “ante la falta y la preparación inadecuada de los recursos para enseñar en modo virtual, la primera respuesta del sistema es una suerte de sobreexplotación de los niños, de sus entornos familiares y de los docentes”. Pero a la vez, todo este nuevo mundo al que los maestros se vieron obligados a ingresar, los llevó a explorar otras herramientas y los hizo repensar sus elementos de enseñanza, lo que debería generar cambios importantes a futuro. A la vez, tanto en el ámbito terciario y universitario como de aprendizaje para emprendedores, esta modalidad brinda la posibilidad de que los alumnos se puedan conectar con algunos de los mayores expertos de sus áreas a través de plataformas de videoconferencia.
Así, la Universidad de Flores viene realizando ciclos de conversaciones con importantes Líderes de Negocios o el Museo Barrio de Flores comenzó a brindar talleres y cursos online de Community Manager, de manejo de Instagram para potenciar un comercio, o de Emprendedurismo, sobre herramientas y conocimientos necesarios para desarrollar o mejorar una idea de negocio.
Finalmente, otra revolución tecnológica que se aceleró fue la aplicación de la telemedicina, que es la prestación de servicios médicos a distancia. Si bien era algo que crecía en el país, con la pandemia cobró especial protagonismo.
Algunas instituciones se pusieron a la altura de esta necesidad, pero en otras, el seguimiento de los pacientes es rudimentario. Sin embargo los motores del cambio se mueven a toda marcha. Así, por ejemplo, en la Clínica Santa Isabel ahora cuentan con un servicio de teleconsultas para brindar atención médica y que los pacientes puedan hacer una consulta telefónica o por videollamada y recibir la receta en caso de ser necesario, y también con un portal web que tiene disponible la videoconsulta con un médico de guardia.
Las grandes crisis han sido siempre, históricamente, momentos de cambio radical. Quizá esta pandemia en un futuro sea recordada no solo por las profundas y trágicas pérdidas que está viviendo la sociedad sino también por haberse convertido en una oportunidad para avanzar.
