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La huella de un gran maestro
Cuando Roby D´Anna me pidió que escribiera algo sobre Guillermo Roux, pensé ¿¡que escribir qué no se haya dicho en las redes!?
Escribe Silvia Pellegrini
Cuando Roby D´Anna me pidió que escribiera algo sobre Guillermo Roux, pensé ¿¡que escribir qué no se haya dicho en las redes!?
Entonces en este escrito voy a ser auto referencial y contar cómo lo conocí al gran maestro. Yo trabajaba en la Escuela N°1 Museo General Urquiza, del barrio de Flores, como profesora de Educación Plástica. La escuela es intensificada en Artes y Guillermo era el Presidente Honorario del Museo de la misma.
Entonces Guillermo nos visitaba una vez al mes más o menos. El disfrute mío y de mis alumnos era total, nos sentábamos a escuchar todas las anécdotas que nos contaba. Anécdotas de su infancia cuando vivía en el barrio de Flores, cómo jugaba en las calles con sus amigos, cómo comenzó a pintar, etc. Los alumnos después realizaban trabajos ilustrando lo que él les contaba. Cada vez que nos visitaba, todos sentíamos que algo importante nos sucedía, ya que su generosidad y sabiduría eran desbordantes.
Así fue que les enseñó a los chicos la técnica de la acuarela, de la témpera, de cómo comenzar un dibujo, etc. Siempre transmitiéndoles la pasión que él sentía por el arte. Así fue como nació la idea de hacer un libro con los trabajos de los niños sobre los relatos de Guillermo. Cuando se lo comente al maestro se emocionó muchísimo porque me dijo que yo acercaba su arte a los niños. Y así fue que comenzó la Colección de libros de Arte para chicos “Amilcar y los artistas”.
Fui muchas veces a su casa para concretar el proyecto, entrevistándolo, seleccionando los trabajos que iban a formar parte del libro. En una de las visitas fui con el fotógrafo Hector Boetto quien era mi marido y tomó fotos de su taller y de él trabajando. Siempre me esperaba con Franca, su mujer, con un rico cafecito y algo dulce para saborear. Yo pensaba editar ese libro solamente pero fue Guillermo quien me dijo esto tiene que seguir con otros maestros y fue él mismo quien con su gran generosidad llamó a Carlos Alonso y a Antonio Seguí y me conectó con ellos.
No sólo se involucró en el armado del libro, sino que me acompañó a la imprenta para ver la prueba de color. Guardo en mi memoria ese día como uno de los más felices de mi vida. Me invitó a almorzar mientras cargaban las máquinas en la imprenta, la gente se acercaba a saludarlo. Mi emoción era increíble, estaba saliendo a la luz el primer libro de la colección. Luego vino a la presentación del libro que se hizo en la Feria del libro infantil y Guillermo no dejó de agradecerme. Todos los chicos seguían vitoreando su nombre, pero era yo la agradecida, de haber estado al lado de un grande.
Alfredo Lamouret, Director de la escuela y Eda Mendieta Supervisora de Educación Plástica en ese momento, fueron de gran apoyo para la concreción del libro. Guillermo fue un gran maestro y un gran hombre, de esos que dejan huella y dan sentido a la vida en el arte. Siempre estará presente entre mis más bellos recuerdos.
