Historia
160 años de Historia
Escribe Sebastián Martín
La historia de nuestros ferrocarriles comenzó el sábado 29 de agosto de 1857, al inaugurarse la primera línea con el recorrido de los 10 kilómetros que cubrían la distancia que mediaba entre la actual plaza Lavalle, donde se había establecido la denominada “Estación del Parque” (Plaza Lavalle, predio hoy ocupado por el Teatro Colón) y “La Floresta”, paraje conocido por el merendero llamado “Kiosco de la Floresta”, junto al cual se instaló la primitiva terminal de la línea.,
Para llevar a cabo este para entonces ambicioso proyecto, se conformó la Sociedad del Camino de Fierro de de Buenos Ayres al Oeste, formada por capitales aportados por accionistas nacionales, entre los que figuraban varias de las personalidades de aquel momento. Para materializar el emprendimiento, se contó con el ingeniero Guillermo Brogge, contratado y encargado de la instalación de los rieles, junto a varios capataces y 160 obreros especializados en instalaciones ferroviarias, todos de origen ingleses.
El 28 de enero de 1857 se realizó un viaje de ensayo, a lo largo de la línea, lográndose un exitoso resultado. Aclaremos aquí que habiéndose establecido con posterioridad la fecha de su inauguración oficial, aunque de manera informal, ese 28 de enero ya un tren había surcado nuestro barrio.
Y fue el siguiente 29 de agosto a las 13:00, cuando salió el primer tren oficial de la entonces estación de madera del Parque en busca de La Floresta, aquella entonces lejana zona de quintas de veraneo de las afueras de la ciudad, en el partido de San José de Flores.
Tras describir una curva y contracurva para alcanzar la calle Lavalle, enfilò por ésta hasta el Boulevard Callao, para describir otra curva y contracurva, cuya huella nos ha quedado en el Pasaje Rauch (actualmente Aº. Santos Discepolo). y desembocar en la avenida Corrientes, seguiendo hasta Centro América (hoy avenida Pueyrredón); y girar por ésta a la izquierda hasta Piedad (hoy Bartolomé Mitre) volver a rumbear hacia el oeste, detenerse a la altura de la calle Ecuador donde estaba la primitiva estación Once de Setiembre, donde los esperaban con fuegos artificiales y la banda musical del Regimiento Patricios.
A partir de allí, el recorrido era paralelo, (una cuadra al norte), a la avenida Rivadavia, y tras dejar atrás la humilde estación de Caballito, (Almagro fue habilitada después entre estas 2 últimas), llegar a Flores, para ser recibidos por intermitentes campanadas desde la histórica iglesia de nuestro barrio.
Habían transcurrido 35 minutos de viaje, cuando estaba a la vista la estación de La Floresta, donde como dijimos culminaría este viaje inicial. A la cabeza del convoy iba la legendaria locomotora “La Porteña” de origen inglés fabricada por “The Railway Foundry Leeds” (y que jamás estuvo circulando en Crimea, según una falsa historia que aún suele circular). Actualmente está preservada en el Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo” de Luján. Entre los pasajeros de este viaje inaugural, se destacaban Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Valentín Alsina, Dalmacio Vélez Sarsfield y Pastor Obligado; además de los socios de la empresa Camino de Hierro de Buenos Aires al Oeste (nombre original de este ferrocarril (como ya se dijo): Felipe Llavallol, Francisco Balbín, BenicioLarroudé, Mariano Miró, Daniel Gowland, Manuel Guerrico, Norberto de la Riestra, Adolfo Van Praet, Esteban Rams y Vicente Basavilbaso. Siendo su primer maquinista, italiano Alfonso Covassi
Volviendo a Flores; la estación actual, no es la original de aquel 29 de Agosto La primera, era un caserón lindero a la vía, perteneciente a la familia Miró, ubicado sobre la actual calle Caracas, a quienes se les alquiló para usarla como estación. En 1862 se trasladó 250 metros al oeste, donde se realizó una nueva de material en el sitio actual, para luego construir la definitiva que conocemos hoy en día en 1885.
Desgraciadamente, perdió mucho de su encanto original. Por el frente de la misma, contaba con unos amplios jardines enrejados y paseos interiores, que llegaban hasta Yerbal (terrenos que fueron loteados y vendidos entre finales de los años ’40 y comienzo de los ’50). Actualmente, la estación está siendo intervenida para mejorarla y devolverle, aunque sea en parte, el brillo y belleza que perdió con los años de abandono y deterioro. Una particularidad de Flores, es que originalmente, la calle Bolivia, no estaba cortada, sino que los cortados eran los andenes, quedando a un lado y otro de la calle, con una prolongación que alcanzaba aproximadamente una media cuadra hacia Condarco. De esta manera Bolivia quedaba interrumpida mientras el tren se encontraba detenido en la estación.
A lo largo de estos 160 años, muchos fueron los modelos de trenes de pasajeros, que circularon por aquí. Locomotoras a vapor con coches de madera de dos ejes, que luego fueron de cuatro cuando el caudal de pasajeros aumentó gracias al propio ferrocarril, que ayudo a que los pueblos del Oeste comenzaran a poblarse al contar con este nuevo medio de transporte rápido y eficaz, que permitía a la gente alejarse del centro de la ciudad para vivir en los suburbios.
En 1923 llegó la electrificación, incorporándose coches eléctricos de origen Inglés de carrocería de madera, que hicieron que por su diseño más funcional y cómodo, fuera necesario elevar los andenes para nivelarlos con las puertas de acceso, eliminándose las escalerillas, comodidad que fue además de la primera, la única de todas las líneas, prácticamente hasta nuestros días, en que el sistema se está adoptando por el resto de los ferrocarriles. Prestaron servicio hasta fines de los ’50 cuando se incorporaron los nobles y legendarios Toshibas de origen Japonés que los fueron reemplazando, y que funcionaron hasta hace poco, con millones de kilómetros y reformas en su haber. Y a éstos también les llegó su “jubilación”, remplazados por los actuales coches chinos, ultra modernos, con sistemas electrónicos y aire acondicionado entre otras cualidades.
Espero les haya gustado esta nota, donde brevemente les conté un poco del origen de nuestros ferrocarriles, que fueron tan importantes para ayudar a crecer a la Argentina a fines del siglo 19 y principios del 20, y que tuvo como protagonista a nuestro querido barrio.