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Pastelería en el barrio

Los desayunos y meriendas son moda en Flores. Si bien se consumen en bares, algunos prefieren invitar a amigos a sus hogares y degustar de sabrosos placeres. Te mostramos en esta edición las riquísimas especialidades que encontrarás a unas cuadras de tu hogar.

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Existe una “locura” por comer exquisiteces en el desayuno, la media mañana o la merienda. Según los especialistas, el “darse un mimo con algo rico” es un verdadero boom. Quizás, los momentos que corren, de no poder comprar grandes cosas, hace que uno se conforme con algo dulce y vencer la angustia. La pastelería vive hoy su mejor momento. Algunos cuentan a este periódico que el fenómeno empezó en cuarentena y que ahora, al poder salir, se pasó de comer en los hogares a realizarlo en bares con amigos, entre padres, abuelos e hijos. Allí fluyen charlas, conectan y de paso comen cosas ricas, acompañadas por tazones de café o té.

Veamos ahora una muestra de esto en el barrio. En Flores, el tradicional y mejor sándwich de miga para muchos vecinos se encuentra en Niní, un local tradicional de Flores, sobre la avenida Varela, a metros de Eva Perón. Abundante, con materias primas de primera calidad, conserva el sabor de los “productos de antes”.

Correr al aire libre

Según Daniela, una de las mozas de un bar del norte de Flores, “la angustia que siente la gente, se apaga con un brownie”, por ejemplo. Hay muchos vecinos que usan los desayunos como almuerzos y las meriendas como “té-cena”.

Hay padres que son capaces de viajar hasta una hora para conseguir una torta de Ricotta en Gino, “el Capo”, de la avenida Juan B. Justo, a metros de Bufano, ya pasado los límites florenses de Gaona. Todo vale a la hora de encontrar una. “La procesión de clientes llega de diferentes puntos de la Ciudad y del conurbano. Es que la añosa receta de su torta que lleva hasta un kilo y medio de ricota trascendió las fronteras del barrio y lo convirtió en un referente que ahora ostenta placa como sitio de interés cultural”.

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Facundo Rodríguez, Joaquín Ciafardini y Hernán Cousture, los jóvenes socios que desde el 1 de enero de 2019 tomaron las riendas de este ícono saben que ese reconocimiento concedido por la Legislatura de la Ciudad es más que una satisfacción personal. Es un orgullo para los vecinos que encuentran en “Gino, el capo de la torta de ricota” un fragmento de su memoria afectiva.

“Viene gente mayor que nos cuenta que los traían sus padres o sus abuelos. Y ahora son ellos los que nos visitan con sus nietos. Es un lugar lleno de historia para la gente del barrio. En los años 60 y 70 en la pizzería se hacían guitarreadas, venían cantantes. Tenemos fotos de los ‘grandes valores del tango’ que pasaron por acá”, cuenta Facundo Rodríguez, encargado de la producción de pastelería.

También se puso de moda el brunch (mix de desayuno tardío con almuerzo) en el cual Las Tiendas de Café de Directorio y Camacuá o Bonifacio y Curapaligue, ofrecen variedades increíbles, aunque la tostada de palta y queso crema, gana fanáticos de todas las edades. Lo curioso es que no “viene” con un jugo, sino con un café con leche y unos tomates.

Otra fuente consultada por Flores de Papel nos dice que “los vecinos le dedican tiempo al desayuno o la merienda, algo que no sucedía hace una época. Se cuadriplicó ese tiempo, por esa razón tuvimos que poner decks y más mesas, porque el cliente permanece más en el local”.

Si hablamos de clásicos. No podemos olvidarnos de los churros y berlinesas de “El Sol de Galicia”, ubicada casi en la esquina de Luis Viale y Nazca. La calidad y la frescura de sus productos es elogiable.

En cuanto a las facturas, un clásico de todos los tiempos, al realizar un rápido sondeo por el centro de Flores, la mayoría coincidió que la confitería Aromi, de Rivadavia y Gavilán, se lleva todos los premios por cantidad, tamaño y calidad.

Este movimiento, cuyo crecimiento no tiene techo, es una alternativa que cubre a veganos y quienes necesitan sin tacc. “Bonito, rico y estético”, eso buscan los Tealovers. “Quieren vivir una experiencia que subirán, cuchara en mano, a redes sociales, en cuestión de segundos”.


El estilo minimalista de Lab Sucre se impone en la Avenida Avellaneda al 1900. Por ejemplo, ofrecen un cheesecake japonés y su variedad exclusiva de fraccionadas para todos los gustos.

Muy cerca de Sucre y sobre la misma Avenida Avellaneda, se ubica San Ceferino, una confitería familiar con muchos años en la zona. Ganó fama en la ciudad gracias a su tarta de banana (una masa delicada tipo cablée, dulce de leche repostero, finas rodajas de banana, crema chantilly y una lluvia de chocolate rallado). Desde 1975, San Ceferino es sinónimo de tradición para los vecinos del barrio y jamás han cambiado la receta de este clásico.

“Cada bocado, nos trae recuerdos familiares, por eso la compro un domingo al mes para colocar en nuestra mesa de la tardecita. Ya somos tres generaciones los que degustamos la tarta de banana”, resume Santiago.

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