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Miguel Ruiz Haurat, el artista que retrató a Flores del siglo XX

Ya se ha mencionado varias veces que la colección de arte del Museo Barrio de Flores está en constante crecimiento. Puertas adentro del museo, hay un equipo que trabaja para poder acrecentar el acervo artístico florense y enriquecer el patrimonio del barrio. Si bien en los últimos meses hubo varias adquisiciones nuevas, hay una obra que permanece firme en los muros del lugar, y de hecho es la más antigua de toda la colección. “M. Ruiz Haurat” dice la firma, pero la realidad es que poco se sabe de este personaje.

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Escribe Nicolás Tatasciore

Ya se ha mencionado varias veces que la colección de arte del Museo Barrio de Flores está en constante crecimiento. Puertas adentro del museo, hay un equipo que trabaja para poder acrecentar el acervo artístico florense y enriquecer el patrimonio del barrio. Si bien en los últimos meses hubo varias adquisiciones nuevas, hay una obra que permanece firme en los muros del lugar, y de hecho es la más antigua de toda la colección. “M. Ruiz Haurat” dice la firma, pero la realidad es que poco se sabe de este personaje.

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Miguel Ruiz Haurat fue un pintor español de principios del siglo XX. Se caracterizó principalmente por pintar paisajes, ya sean urbanos o rurales. Su tierra natal, quedó retratada infinidad de veces en sus lienzos. Pero por momentos, en algunos viajes que realizaba, Haurat se tomaba el tiempo de inmortalizar el paisaje de alguna ciudad a la que asistió. Para los lectores de César Aira, esto suena similar a “Un episodio en la vida del pintor viajero”, donde el protagonista es precisamente un artista plástico alemán que retrata las escenas cotidianas de las pampas del siglo XIX.

No es raro leer en los manuales de historia del arte, sobre artistas que incorporaron nuevas técnicas o que registraron determinados hechos y personajes gracias a un viaje realizado.

El concepto de “pintor viajero” es frecuente en el arte y permitió, entre otras cosas, un intercambio de estilos, técnicas o cosmovisiones. El “comercio” de maneras de pintar generó un cruce de estilo y hasta incluso el nacimiento de uno nuevo. Pero lo más interesante de este tipo de obras es el punto de vista elegido y ejecutado por el artista. Más allá de las cuestiones básicas de composición, a la hora de retratar una persona, o en este caso un edificio, hay elecciones en cuanto al clima que uno desea transmitir, el ambiente que se desea generar, y eso resalta en las obras de Haurat.

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El cuadro en cuestión, es un óleo sobre lienzo que muestra una joven Basílica San José de Flores de los primeros años del siglo XX. El artista decidió ubicar su punto de vista en la Plaza General Pueyrredón mirando de frente al templo, el cual se levanta imponente entre comercios bajos. Recordemos que en esos años no era común ver colosales edificios como los de hoy en día, sino más bien eran todas edificaciones de baja estatura. Por esto mismo, el campanario y la cúpula de la basílica eran visibles desde varias cuadras a la redonda. En el cuadro Haurat marca muy bien los huecos que forman los pasajes aledaños a la iglesia, los cuales generan lo que en pintura se conoce como un “aire”, es decir un espacio hueco que ayuda a resaltar algún otro elemento, en este caso al edificio en cuestión.

El artista usa una paleta calma, con colores aplacados y poco estridentes, el cual genera un cierto clima de melancolía relacionado al pasar del tiempo. Para los vecinos más longevos del barrio, el escenario que plantea Haurat puede ser muy familiar y seguramente este vinculado a su infancia. Una Avenida Rivadavia empedrada, con carretas en sus calles y no invadida por vehículos y transportes que hoy en día sería impensable. En la vereda de enfrente, la cuadra de la iglesia, podemos ver algunos vecinos recorriendo la vacía Rivadavia, seguramente realizando las compras del día.

El pintor supo captar de manera exacta ese clima que hace a Flores un barrio tan único. Una quietud que aún sigue escondida en algunos pasajes.

El equipo del Museo sigue trabajando para recopilar más información del artista y por sobre todo para seguir aumentando el patrimonio artístico de Flores, el barrio donde el arte florece en cada rincón.

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