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Isabel Ferulli: “Jorge Bergoglio venía todos los días a buscar a mi hermano para jugar a la pelota”
Isabel Ferulli es vecina del barrio de Flores y la une un recuerdo muy especial con el papa Francisco.
Escribe Micaela Calabró
En una fría tarde de julio, Flores de Papel recibió a la señora Isabel Ferulli, vecina de nuestro barrio que hace 27 años vive en el Hogar Mercedes Dorrego y realiza tareas de voluntariado en el Hospital Álvarez y en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes. Muy agradecida y emocionada, nos contó sobre la amistad que unió a Jorge Bergoglio con su hermano Juan Luis, las meriendas que compartían en su casa y cómo vivió su nombramiento como Papa.
– Cuéntenos un poco sobre usted ¿Cuánto hace que vive en Flores y que relación tiene con el barrio?
– Hace 27 años que vivo en el Hogar Mercedes Dorrego, soy voluntaria y administrativa en el Hospital Álvarez, estoy en la parte de archivo. Soy jubilada, viuda, y sin hijos.
– Sabemos que su hermano Juan Luis fue muy cercano con Jorge ¿Cómo era esa relación?
– Jorge venia todos los días a buscar a mi hermano para ir a jugar al Parque Chacabuco a la pelota, mi papá era el único que los acompañaba porque eran chicos. Mi hermano y él ¡Los dos cumplían el mismo día! ¡El 17 de diciembre! ¡Mi hermano cumplía la misma edad! ¡Con Jorge nos llevamos 22 meses!
– ¿Cómo era Jorge de niño? ¿Qué recuerdo tiene de él?
– ¡Uf! ¡Bravísimo como él sólo! (Risas) ¡Se escapaba de nuestra Señora de la Misericordia! ¡No quería entrar a misa! ¡Estaba en la escuela! ¡Pero la madre superiora siempre lo andaba buscando y el caballerito se iba! La madre superiora, que ya era muy viejita, iba a buscarlo: “¡Jorgito! ¡Jorgito! ¿Dónde está Jorge?”, entonces la madre campanera, que era la que estaba en la puerta, le decía: “¡No lo busque porque ya se fue al Parque Chacabuco a jugar!
– Era muy travieso se ve…
– ¡Si! Así era, bravísimo…A él le gustaba la pelota, jugar, jugar y jugar…Se la pasaba jugando todo el día.
– ¿Es cierto que su mamá le hacia las tortas de cumpleaños?
– ¡Si! Cuando eran los cumpleaños, como mi hermano y él cumplían el mismo día, entonces mamá hacia una torta para cada uno. Aparte, cada tarde, cuando venían de jugar a la pelota, les hacía sándwiches con chocolatada ¡Porque venían muertos de hambre! Entonces mi papá decía: “¡Haceles algo a estos chicos que vienen con un hambre que no dan más!”
– ¿Tuvo oportunidad de verlo ya siendo sacerdote y dialogar con él?
– Yo también soy voluntaria y colaboradora en la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, Un año, cuando él era todavía obispo, vino a dar la misa en ocasión del día de la Virgen, que es el 11 de febrero. La coordinadora nos pidió a mi compañera y a mí que estuviéramos cerca del cardenal por si necesitaba algo, entonces él nos preguntó si nos gustaba el vino Mistela. Yo dije que si porque mi padre lo traía y lo tomábamos. Entonces él respondió: “¡Aaah! ¡Te gusta el vino de misa!”. Yo no sabía que era el vino de misa y cuando se lo dije, me contestó: “¡Vos tenès cara de pícara!
A todo esto, no le decía quién era y en un momento mi compañera quiso saber por qué lo miraba tanto, le dije: “Es que yo lo conozco de chico…”. Ella se quedó sorprendida. Él se dio cuenta de todo y preguntó: “¿Qué cuchichean ustedes?”.
Yo respondí que nada, pero mi compañera dijo: “¿Por qué decís nada si vos lo conoces?” Entonces ahí le dije que él venía a mi casa a buscar a mi hermano para jugar a la pelota. Cuando le dije que él era Juan Luis Ferulli, me dice: “¿El de Santander? ¿Vos sos la chiquitita?”, entonces le contesté: “Siii ¡Pero ahora crecí! “(risas). En ese tiempo mi hermano vivía y le conté que estaba en San Justo, con su esposa y que yo ya estaba viuda. “¡Pero éramos todos del barrio!” dijo él, y yo respondí: “¡Y claro! ¡Si usted vivió en Membrillar y Bilbao!”.
Cuando la coordinadora vino a buscarnos para irnos a la misa, Bergoglio la frenó y le dijo: “¡Momentito! ¡Estoy hablando muy bien con Isabel!”. Ella se sorprendió y cuando le contó que nos conocíamos de chicos ¡No entendió nada! Finalmente le dijo: “Monseñor ¡Cuando usted disponga hacemos la misa!” (risas). Esa fue la única vez que lo vi, porque después él estaba en la curia, lo mandaron como cardenal a Roma y ya no lo vi más.
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– Cuando Jorge fue nombrado papa fue algo inesperado y emotivo para todos ¿Cómo vivió usted, que lo conocía de niño, esa tarde de marzo? ¿Qué sintió?
– Él día que fue papa yo creí que me descomponía de la alegría que tenía. Corría de un lado para el otro…Les decía a mis amigas ¡Ay, pero Jorge fue Papa! ¡Qué alegría! Lo sentí de corazón, te juro…Para mí fue una experiencia hermosa. Nunca la olvidaré.
– Si tuviera la oportunidad de reencontrarse con él ¿Qué le gustaría decirle?
– En primer lugar, me gustaría decirle que mi hermano falleció, eso fue hace tres años y no se lo mandé a decir en su momento porque el padre Luis Carballo, que era el abogado de Bergoglio y da misa en el Hogar los sábados, me recomendó que no lo hiciera porque estaba enfermo ¡Y bueno! ¡Cuando venga le diré que estoy muy contenta de que esté acá!