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Personajes

Diego Bastardi, el electricista “recomendado” del barrio

El electricista Diego Martín Bastardi es destacado no solamente por la calidad de su trabajo, también por su responsabilidad, empatía y buena predisposición.

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Escribe Micaela Calabró

Es vecino de Flores hace 51 años y uno de los profesionales más queridos y recomendados del barrio. En esta entrevista con Flores de Papel, Bastardi nos cuenta sobre su relación con el barrio de toda su vida y su gente, los primeros pasos en el oficio junto a su tío, y como vive su profesión, la cual disfruta e intenta enlazar con cierto rol social.

– Cuéntenos un poco sobre usted ¿Cuánto hace que vive en el barrio? ¿Qué significa Flores en su vida?
– Hace 51 años que vivo en el barrio, en la misma casa. Flores significa infancia, adolescencia, familia, vecinos, amistades, primer amor, primeros besos, primer trabajo… es el punto geográfico desde donde mi vida se ha bifurcado y el que siempre me recibe de vuelta. Flores es paseos, las calles que nunca son iguales, la pertenencia, la autopista, la localía y, como dijo el tango “su cielo de gorrión”. En un plano absolutamente práctico, es laburo, contactos, acción social, posibilidades y, espero, destino final.

La importancia de posicionarse en Google Maps a la hora de venderle a los vecinos del barrio

– ¿Cuánto hace que se dedica a las tareas de electricidad? ¿Cómo fueron sus comienzos y como vive día a día su profesión?
– Mi tío Pepe, más por pedido de mi madre que por verme condiciones, me llevó a laburar con él y me enseño algunos trucos del oficio (él se jubiló en la vieja SEGBA). Igualmente, me crie entre las herramientas de mi papá que era técnico en TV, de modo que la cosa estaba un poco predestinada a que, si no lograba triunfar de algún otro modo más bohemio, las herramientas siempre iban a estar esperando. De manera intermitente, ya que cada tanto me canso de la calle e intento alguna actividad relativa al comercio en la que fracaso de manera magistral, llevo más de 30 años aprendiendo el oficio. Esta vuelta, creo yo, ya va a ser definitiva, por la edad y porque encontré la manera de enlazar mi trabajo con cierto rol social que puedo cumplir con él. Considero fundamental que una parte de cualquier cosa que hagamos esté consagrada a la asistencia social. Creo que mi rol en un barrio obrero es que mis vecinos puedan acceder a lo que vendo… y en eso estoy al día de hoy: tratando de ganar plata sin que eso signifique un perjuicio para el cliente.

– Háblenos un poco de su vínculo con los vecinos, siempre hay varios comentarios recomendándolo, agradeciéndole ¿Que siente al ver tanto cariño? ¿Como es esa relación con toda esa gente?
– El vínculo es inmejorable, pero, básicamente, porque soy una persona que disfruta lo que hace. No tanto el trabajo en sí, que no deja de ser un trabajo físico como cualquier otro, sino el hecho de que detrás de la necesidad del otro hay una necesidad mía que se ve colmada: soy necesitado por un otro y trato de cumplir con las expectativas. Soy un devoto creyente de la idea de que hacemos todo para que nos quieran y, cuando uno divisa en los demás la conformidad sobre nuestra labor, el alivio porque esperaban una factura más dura y el agradecimiento por un trabajo hecho con respeto. Me abren la puerta de su casa y eso me hace sentir una gran responsabilidad.

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– Hemos visto, justamente por comentarios de vecinos, que usted trabajó en pandemia ¿Cómo fue trabajar en ese contexto? ¿Qué aspectos de su trabajo debió modificar y como impactó la pandemia en su actividad?
– Solamente estuve un mes encerrado en casa y lo tomé como unas vacaciones, luego, los administradores de consorcios para los que trabajo regularmente me habilitaron los permisos para circular y desde ahí no solo no paré, sino que trabajé más que nunca en una ciudad increíblemente vacía. Una experiencia agridulce, si contamos con que el entorno de la poca gente en las calles proporcionaba un marco de tranquilidad que yo nunca hubiese soñado, paralelamente a los golpes de realidad al enterarme diariamente de la cantidad de fallecidos, el miedo a la enfermedad y la incertidumbre. Trabajando también me contagié Covid y estuve 15 días encerrado en casa, fue durante mayo/junio de 2020, sentí bastante miedo, esto me costó un sinfín de secuelas en mi salud

– Sus clientes destacan su buena predisposición, puntualidad y su prolijidad, entre otras cualidades ¿Usted cómo se define en cuanto a su profesión y en cuanto a lo personal?
– Si hubiese otro secreto, además de nuestra propia individualidad puesta al servicio de una actividad laboral, sería el hecho de entender que, además de mi mejor voluntad y oficio para hacer algo, existe una idea del cliente que hay que respetar. Alguien me contrata buscando un determinado resultado y mi trabajo se debe parecer lo más que se pueda a la idea del cliente. En cuanto a mi profesión en sí, me siento igual o inferior a un montón de colegas, dicho esto sin falsa modestia; no sé más que nadie y sigo aprendiendo constantemente de la experiencia cotidiana. Creo que mi mayor virtud es que me gusta la gente, soy plenamente humanista y, en la medida que uno ponga ese humanismo al servicio de lo que hace, la idea del otro como un obstáculo se desvanece por completo y deja el lugar a la del otro como un indispensable para cualquier actividad. Soy románticamente gregario.

– ¿Alguna recomendación que quisiera darle a los vecinos con respecto al uso de aparatos eléctricos en época invernal? ¿Alguna medida de prevención?
– Fundamental es que si la calefacción va a hacer mediante un medio tan ineficiente como una estufa eléctrica es indispensable que no esté funcionando al máximo más de 20/30 minutos…y después al mínimo; tampoco dejarlas toda la noche encendidas. Esto permite darle respiro al cableado y reducir drásticamente el consumo. Más aún en casas con instalaciones eléctricas que no están preparadas para el alto consumo. Prohibido enchufarlas en zapatillas o adaptadores triples, lo mismo que los caloventores. No mezclar altos consumos como estufas, pavas eléctricas, freidoras, hornos y termotanques… acostumbrarse a la rotación antes de terminar dañando toda la instalación y tener que caer en el enorme gasto de un recableado.

– Para cerrar ¿algo que quiera decirle a la gente que lo elige? ¿O a los lectores?
– Simplemente palabras de agradecimiento, la sensación de sentirnos útiles dentro de una sociedad es, tal vez, un horizonte al que apuntar. Mi humilde trabajo me permite sentir que eso se está cumpliendo todos los días.

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