Flores de Papel | El periódico gratuito del barrio de Flores

Actualidad

Algodón de Azúcar

Escribe Luchi D´Anna Urteaga. Tiene 12 años y vive en el barrio de Flores. Fundó y dirige –junto a su prima Alma- la Biblioteca Infantil gratuita “Alfonsina Storni”, del Museo Barrio de Flores.

Publicado

el

Escribe Lucía D´Anna Urteaga

Era un día soleado y en la plaza Misericordia había más gente de la que entra en el Teatro Colón. Una de esas personas era Ezequiela, una niña inquieta, rápida y distraída. Ella fue con su abuelo José para jugar al fútbol. Él no pateaba pero miraba a su nieta atentamente, sin perderse ninguna jugada.

En la plaza todos hacían sus actividades: suspiraban de cansancio por jugar una carrera o estaban mareados de girar en la calesita. Se sentían libres andando en sus bicicletas o victoriosos metiendo goles. Estaban disfrutando sus picnics y trepaban árboles sin miedo a caerse. También se reían y saltaban con sus amigos. Como dije, cada persona se concentraba en sus pasatiempos y juegos hasta que… El algodonero ( vendedor de algodón de azúcar) caminó por esa plaza de Flores anunciando su mercadería.

Los niños estaban muy felices del regreso del algodonero ya que él no había vendido en toda la cuarentena y en esa plaza se lo extrañaba mucho. Todos los niños le pidieron a sus familias dinero para poder saborear esta delicia. Ezequiela, jugaba sin parar, y por eso se enteró un poco tarde sobre la noticia. Así, cuando solo quedaban 5 algodones de azúcar, la chica se avivó y le pidió amablemente a su abuelo un billete de $200. Él con una sonrisa dibujada en el rostro agarró su billetera y sacó la plata requerida. La niña observó que quedaban menos algodones.

Las manos de Boun

Veloz como un rayo fue hasta el vendedor. Debía recorrer la plaza entera, de punta a punta. Cuando llegó sólo quedaba 1 algodón de azúcar, entonces lo pidió sin demoras. Un niño pequeño estaba detrás suyo. Él lloraba a upa de la mamá porque no tenía algodón de azúcar. Ella, apenada por el nene de 5 años le ofreció un poco de su dulce pomposo. El chiquitín le agradeció y Ezequiela se fue al banco de su abuelo. Se ve que ella estaba en el medio de una carrera que jugaban dos hermanos y cuando estos pasaron fuertemente la derribaron junto a su algodón de azúcar. Sinceramente no se lastimó pero había perdido lo que le gustaba. La chica, con los ojos vidriosos, se dirigió a un árbol que le encantaba trepar. Ya en su cima, la niña comenzó a largar una lágrima salada de sus ojos color almendra. Ella estaba afligida. De repente, cuando una brisa leve le acarició el cabello castaño, vio a la Nube de los Deseos. Sí, la misma que le cumplió un deseo a Benjamín! Ezequiela y la mágica nube charlaron

– Hola, soy Ezequiela, ¿cómo te llamas? -preguntó la niña.
– Buen día. Yo soy NUNU y te puedo conceder un deseo, ya que hiciste una obra de bien, compartirle al prójimo. También estoy enterada de la caída que tuviste recién. ¿Te duele algo? ¿Qué me vas a pedir?

Inflación barrial

– Ah que genial! Estoy bien pero un poco triste porque esos chicos tiraron mi algodón de azúcar al suelo. Entonces ¿puedes conseguirme uno de esos por favor?
– ¿Sabes qué? – dijo la nube de los deseos- tengo algo mejor para ofrecerte. Sube aquí al cielo conmigo y tomaremos de mi cuerpo algodonado un pedazo para crear uno nuevo.

Ezequiela y Nunu formaron un algodón de azúcar mágico. La mullida nube aterrizó a la niña a tierra firme, mejor dicho a su árbol preferido. Ellas se saludaron y prometieron encontrarse otra vez. Eze regresó finalmente al banquito donde se encontraba su abuelo leyendo el periódico Flores de Papel. Le convidó el algodón delicioso y le contó la anécdota celestial con La Nube de los Deseos.

(*) Luchi D´Anna Urteaga tiene 12 años y vive en el barrio de Flores. Fundó y dirige –junto a su prima Alma- la Biblioteca Infantil gratuita “Alfonsina Storni”, del Museo Barrio de Flores.

Espacio Publicitario

Flores de Papel Digital

Recibí las novedades del barrio por mail

* indicates required

Intuit Mailchimp