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¡Yo no hice nada… fue DIOS!

Sergio López, colaborador de la Iglesia Bautista Evangélica de Flores nos deja una reflexión

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Escribe Sergio López

Desde que somos chiquitos tenemos un modo de reacción muy llamativo. Cuando hacemos algo mal, necesitamos tratar de esconder nuestra responsabilidad, y seguramente, en más de una ocasión hemos terminado echándole la culpa a otro diciendo: ¡yo no fui… fue él/ella”. El mismo Adán al haber comido del árbol prohibido se excusó ante Dios diciendo “la mujer que me diste por compañera, me dio del árbol y yo com픿No es llamativamente absurdo? Adán tomando la decisión de comer pero culpando a Eva (quién le recomendó el fruto) y a Dios (por haberle dado esa compañera). (Génesis 3.12)

Este tipo de conductas, está relacionada con las malas acciones; pero la cosa es muy distinta cuando se trata de algo que consideramos bueno. Si alguien le da cierto reconocimiento a otro por algo que hicimos nosotros, ahí si queremos gritar: ¡FUI YO!

En estos últimos días me impactó la actitud de alguien que hoy está en la primera plana mundial. Lionel Messi (indiscutiblemente, uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos) expresó en un reportaje donde se le reconocía su destreza sin igual: “Si ves los videos… yo era así desde chiquito… la verdad es que yo no hice nada, fue Dios quien me hizo jugar así. Me dio ese don, no tengo dudas de eso. Él me eligió a mí, y obviamente yo después hice todo lo posible para intentar superarme y lograr poder triunfar, pero obviamente que sin la ayuda de él no hubiese llegado a ningún lado.”

Tengo que decirles que si bien siento admiración por Messi como jugador, y también me gusta lo genuino de su humildad, verdaderamente quedé conmovido por la inmensa sensatez o sabiduría detrás de estas expresiones.

Me hizo recordar al rey David, quien en medio de su reinado decía en una oración a Dios: “Tuya es, oh Señor, la grandeza y el poder y la gloria y la victoria y la majestad, en verdad, todo lo que hay en los cielos y en la tierra; tuyo es el dominio, oh Señor, y tú te exaltas como soberano sobre todo. De ti proceden la riqueza y el honor; tú reinas sobre todo y en tu mano están el poder y la fortaleza, y en tu mano está engrandecer y fortalecer a todos. Ahora pues, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre.” (1 Crónicas 29.11-13)

Nuestra vida, nuestras acciones, nuestros intentos y logros tienen un componente importante en nuestro esfuerzo por superarnos, pero sin dudas tiene como base fundamental el obrar de Dios, porque él nos hizo, nos dio la vida, la salud, las capacidades, etc., y porque todo lo que tenemos podría desaparecer en un instante, sin embargo es él quien día a día sostiene nuestra vida. Cuando podemos visualizar esta realidad, la soberbia decrece, y tal vez digamos como David: “te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre”; o como Lionel: “yo no hice nada, fue Dios… sin la ayuda de él no hubiese llegado a ningún lado”.

Mi deseo es que Dios nos llene de esta sabiduría, la cuál nos lleva al reconocimiento de la misericordia, el amor y el poder de Dios actuando en nosotros: Entonces, seguramente nuestras expresiones (palabras y actos) serán un claro reconocimiento de la gloria de Dios; “Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén.” (Romanos 11.36)

 

(*) Colaborador de la Iglesia Evangélica Bautista de Flores

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