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Un Barrio, Un Colegio
San José de Flores, para muchos de nosotros que hemos nacido en estas latitudes de la ciudad, es un nombre propio que en nuestro imaginario de recuerdos convoca a la Parroquia, al Colegio y también al barrio.
Escribe Marcelo Adra
San José de Flores, para muchos de nosotros que hemos nacido en estas latitudes de la ciudad, es un nombre propio que en nuestro imaginario de recuerdos convoca a la Parroquia, al Colegio y también al barrio. Todas estas sensaciones de pertenencia son dadas a luz por la misma palabra, Flores. Ello es porque la propia historia personal, y también la de la ciudad están entrelazadas desde hace ya muchas décadas.
Sin dudas un Colegio que tiene más de ciento diez años de funcionamiento, 112 exactamente, es parte de la historia de los que vivimos en el barrio, pero también probablemente de nuestros padres y de nuestros abuelos que han transitado sus aulas, sus vivencias y experiencias que fueron fruto de la planificación pastoral y pedagógica tanto de los Hermanos de La Salle , como del propio Arzobispado de Buenos Aires en distintos momentos de su historia y que hoy se amalgaman en un Carisma propio derivado de la formación de sus docentes, directivos y familias en tales experiencias y aprendizajes.
Sin dudas la participación de las familias y ex alumnos durante los últimos cincuenta años ha aportado un diferencial muy singular en al ADN de la escuela, que siempre está intentando formar comunidad entre las familias, pese a que ello resulta totalmente contracultural en una sociedad que cada vez se muestra más individualista.
En la escuela creemos que los valores Cristianos son fundamentales en la formación de los alumnos. Fundamentalmente es la solidaridad, la mirada al otro como un complementario y no como un rival y el crecimiento en comunidad, es lo que va a permitir que en una sociedad hostil a tales valores, podamos ofrecer una cultura de cambio genuino. Obviamente parece utópico tal cambio interior, pero estamos seguros de que con acuerdo entre la escuela y las familias, eso es absolutamente posible.
La muestra más clara de eso es el Viaje Misional a la Puna Argentina que el Instituto San José de Flores viene haciendo hace 44 años, y que pese a los dos años de interrupción por la pandemia, este año volvemos a reeditar, porque estamos seguros que es parte de nuestra constitución como Comunidad Cristiana Escolar.
Nos llena de orgullo, ver que muchos de nuestros nuevos alumnos que se inscriben cada año en el Colegio, nos eligen porque saben de este Viaje Misional y lo que el mismo representa en valores. De hecho este año post pandemia, tenemos pedidos de inscripción para Primer Grado y hasta para sala de 2 y sala de 5 en los turnos de mañana y tarde, pensando en que la escuela forma a sus chicos en la solidaridad y con la expectativa de poder viajar a la Puna cuando lleguen a cuarto año del secundario.
Efectivamente parece extraña una decisión familiar tan anticipada, pero nos muestra que la acción Misional tiene sus frutos y eso nos llena de orgullo. Sin dudas atendemos en nuestra admisión a todas aquellas familias que vienen a la inscripción de sus hijos en la escuela porque comparten tales valores solidarios, o porque eligen nuestro perfil escolar y hacemos esfuerzos para no dejar a nadie fuera del colegio, tanto en Inicial como en Primaria, que quiera compartir tal experiencia aunque la edad de nuestros futuros alumnos sea muy prematura.
Ese Viaje, dirigido por la Institución, requiere de la participación de los directivos y docentes de los tres niveles del Colegio, de los padres, de los ex alumnos y ex docentes y fundamentalmente de los Alumnos desde sala de dos hasta quinto año, que hacen sus aportes solidarios con sus donaciones y su tiempo a la Misión.
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Es emocionante ver en el único acto escolar donde todos los alumnos de los tres niveles y todas sus familias se unen para despedir a nuestros alumnos de cuarto año que viajan en representación de toda la comunidad, después de la tarea de todo un año y de cada año.
En este ciclo, luego de la pandemia, vemos florecer nuevamente el Espíritu del Colegio en un nuevo viaje, que más allá del inmenso camión con donaciones que se despacha de nuestra puerta de la calle José Bonifacio, envía a nuestros alumnos de cuarto y quinto año a Misionar y ser Misionados.
Damos gracias a Dios por poder hacerlo, y por ofrecer a nuestros alumnos una formación de saberes que creemos que los forma para una vida profesional y personal plena.
En paralelo y pensando en nuestros futuros alumnos, construiremos nuestro nuevo Jardín desde sala de dos, en los dos terrenos linderos que ya hemos comprado con todo el esfuerzo de la comunidad. Será en las plantas inferiores y dando su cara a la calle, moderno y espacioso pero sin olvidar que nuestro principal objetivo es seguir formando personas para la Misión en la Puna y en la Vida.
Pero sin dudas lo que más nos enorgullece es tener mejores recursos para seguir formando a nuestros alumnos como personas que encarnen los valores del Evangelio y de la solidaridad en una sociedad que, en contrario, cada vez se cierra más en el egoísmo y el individualismo.
Sabemos por eso que el Colegio, la Parroquia, el Barrio y nuestro modo de vida seguirán siendo un espacio de vivencias y experiencias, un modo de ser de Flores.
(*) Marcelo Adra es Director General, Rector, Ex Alumno.
