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Los espíritus del corralón de la Avenida Varela

Resulta que el actual Cementerio de Flores, ubicado entre las calles Balbastro, Varela, Castañares y Lafuente, recién se inauguró en 1867, en una época en que las epidemias hacían estragos. Antes, cuando la demanda de este servicio era menor, el barrio supo tener otros dos.

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Escribe Dra Natalia Rivarola

“Un muchacho estaba en el baño y salió corriendo. Gritaba y lloraba porque había visto un espíritu. Y es lógico que eso pase, si estamos arriba de un cementerio. Allá atrás, si excavas un poco, vas a encontrar cajones”, contó Diego Keller, quien trabaja como vigilante en el corralón municipal ubicado en la Avenida Varela 555, a La Nación.

Es que allí funcionó el segundo cementerio de Flores y, según afirman, son tantas las situaciones misteriosas que vivieron los trabajos y el miedo por la posible presencia de espíritus que en mayo pasado decidieron llevar a un cura para que bendiga el lugar.

Resulta que el actual Cementerio de Flores, ubicado entre las calles Balbastro, Varela, Castañares y Lafuente, recién se inauguró en 1867, en una época en que las epidemias hacían estragos. Antes, cuando la demanda de este servicio era menor, el barrio supo tener otros dos.

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Antiguamente los difuntos eran inhumados en los llamados “camposanto”, al lado de las iglesias, por lo que el primer enterratorio del Flores nació en 1807 contiguo al primitivo templo de San José de Flores, sobre la calle Rivera Indarte, entre Rivadavia y Ramón L. Falcón. Pero hacia 1830, la población había aumentado considerablemente por lo que el Gobierno, por cuestiones de higiene y salud, ordenó la remoción y el traslado del camposanto. Fue entonces que el padre Martín Boneo consiguió que los herederos de Esteban Villanueva y Norberto Quirno donaran una parcela de 32 metros de frente por 68 de fondo, en el terreno limitado por las calles Varela, Remedios, Culpina y Tandil.

Y allí en 1832 se instaló el segundo cementerio que tuvo el barrio. Reservado solo para los católicos, debió ser ampliado al doble en 1850 e incluso recibió los restos de algunas víctimas de la batalla de Caseros. En 1865, la Municipalidad decidió secularizarlo, aunque el crecimiento de la población ya demandaba un nuevo traslado, por lo que finalmente fue clausurado el 1° de enero de 1872.

El tiempo se llevó las lápidas y las bóvedas – cabe destacar que muchas familias tradicionales de Flores construyeron las suyas en él con la intención de ser allí enterrados -, pero aún quedan objetos de esa época que causan escalofríos. A la izquierda de la entrada del corralón todavía se encuentra la campana que pertenecía al cementerio.

Según cuentan, todos en el lugar tienen prohibido hacerla sonar y los supersticiosos motivos son dos: que su sonido podría despertar a los muertos que están unos metros debajo o que, como en el pasado – ya que era utilizada para anunciar la llegada de un cortejo fúnebre -, anuncia una muerte. Al costado de la misma también hay una estatua de una mujer con un bebé en brazos. Se trata de un monumento a la “madre”, ya que, según explicó Claudia Angioi, quien dirige el corralón, ese “era el lugar de los angelitos, es decir, donde enterraban a los chicos”.

Algunos vecinos dicen que cuando se pasa caminando por la vereda se escuchan silbidos y nunca hay que darse vuelta a mirar, ya que son los fantasmas que quedaron en el lugar. Otros comentan que a la noche se sienten ruidos desde el subsuelo, que es donde aún se encuentran algunos ataúdes. “Siempre hay espíritus en la zona del vestuario. Se prenden solas las duchas, se abren los armarios. Una tarde me fui a bañar y escuchaba como se abrían los lockers donde guardamos las cosas.Pero uno se acostumbra”, sostuvo Oscar Rodríguez, chofer de uno de los camiones. “Yo vi la cara de un hombre que se asomó por atrás del bidón de agua y empecé a rezar”, contó la empleada Verónica Rodríguez, quien dijo que en mayo pasado “trajimos a un cura para que bendiga el lugar y estemos protegidos. De acá, muchas veces, te vas con una energía extraña”. Hay quienes aseguran que vivimos rodeados de presencias paranormales en todos lados.

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Pero los lugares donde descansaron restos de personas son los favoritos para los mitos y para sumarle intensidad a los mismos de este predio que el gobierno de la Ciudad usa para estacionar camiones de basura, no existe un registro del traslado de todos los muertos al tercer y actual cementerio de Balbastro. Por las dudas, los trabajadores seguirán alejados de la histórica campana.

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