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“Si juego a las escondidas con Dios… siempre me encuentra”
A los niños les encanta jugar a las escondidas. Se sorprenden y estallan de felicidad cuando “los encuentran” aunque se oculten una y otra vez en el mismo lugar.
Escribe el Pastor Justo Janse (*)
A los niños les encanta jugar a las escondidas. Se sorprenden y estallan de felicidad cuando “los encuentran” aunque se oculten una y otra vez en el mismo lugar.
Busca el Salmo 139 en tu Biblia y léelo detenidamente (es mi preferido).
I. DIOS ME CONOCE COMPLETAMENTE, MÁS QUE YO A MÍ MISMO (VV.1-6).
“Señor, tú me has examinado y conocido” (Salmo 139.1). El salmista presenta, con sublime belleza, los atributos de Dios: omnisciencia (vv. 1-6), omnipresencia (vv. 7-12), omnipotencia (vv. 13-18); y luego estalla en una manifestación de agudo sentido de la responsabilidad y conciencia del pecado. Es una plegaria distinguida por la confianza y alabanza.
A. Creo en un Dios omnisciente que me conoce por completo. Dios conoce todo y puede discernir nuestras necesidades más íntimas. El Señor mismo te conoce personalmente. Dios conoce todos tus proyectos, tus sueños, tus deseos, tus propósitos. No siempre aceptamos el control como cuidado. La fe verdadera reconoce la grandeza de Dios, aunque la mente no la puede alcanzar.
B. Dios te conoce y comprende, ¿Esto te pone nervioso o te da paz? Seguramente que nos inspira respeto y seguridad. Búscale cada día y descansa en Él. Algunas veces no consentimos en que la gente nos llegue a conocer por completo porque tememos que descubran algo nuestro que no les guste. Todo esto no es negativo; implica dos lecciones grandes:
1) la responsabilidad, pues hemos de ser francos con Dios y dejar que nos examine a fondo;
2) la seguridad, porque Dios conoce nuestras dificultades y peligros y nos ama, sabemos que nos cuida.
II. DIOS ESTÁ CONMIGO SIEMPRE Y EN TODO LUGAR (VV.7-12).
A. Creo en un Dios omnipresente que está conmigo dondequiera que vaya. “¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?” (Salmo 139.7, NVI)
B. En realidad Dios ya está en cualquier lugar a donde vaya. Sería inútil pretender huir, alejarme o esconderme. No vale la pena intentar irme y tampoco lo deseo. Para el que conoce y ama a Dios, no importa lo que haga ni a dónde vaya, nunca estará lejos de la presencia de Dios. En el v. 10, la palabra asirá, “agarrar”, muestra el cuidado de Dios como una madre sujeta firmemente a su hijo al cruzar la calle para no exponerlo al peligro. Dios quiere que nosotros tengamos esta misma confianza en Él cuando parece que Dios está lejos o ausente.
III. ME DIO LA VIDA, PROPÓSITO Y ESPERANZA (VV. 13-18).
A. Creo en un Dios poderoso que me formó tal como soy. “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.” (Salmo 139.13, NVI). Detrás de las causas naturales que intervienen en la procreación, la fe percibe la acción creadora de Dios, fuente de toda vida. Si Dios aun toma interés en la formación de nuestros huesos (v. 15) y nuestro embrión (v. 16) nos sugiere dos implicaciones: 1) debemos orar por las mujeres embarazadas, y 2) qué serio delante de Dios debe ser la gran cantidad de abortos en nuestra sociedad. El carácter de Dios está dentro de la creación de cada persona. Cuando crea que no vale nada o hasta comience a odiarse, recuerde que el Espíritu de Dios está listo y dispuesto a trabajar en usted para hacer que su carácter sea todo lo que Dios desea. Debemos tener tanto respeto por nosotros mismos como lo tiene nuestro Hacedor.
B. Quiero conocerle más. Quiero estar con Él aún cuando duermo. Y despertaré en su presencia. Esto no es sólo un sueño; puede también señalar hacia la resurrección. En el Nuevo Testamento “dormir” es sinónimo de “morir”.
IV. QUIERO DEPENDER DE ÉL (VV. 19-24).
A. Porque creo en un Dios santo que me compromete a vivir en su santidad. “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.“ (Salmo 139.23, 24)
B. Quiero ser examinado (juzgado justamente) y guiado (corregido, dirigido) sólo por Dios.
Esta es una declaración típica de las personas perseguidas y acusadas injustamente. Confiando en su inocencia, el salmista apela a Dios, juez supremo e imparcial. ¿Cómo reconoceremos el pecado a menos de que Dios nos lo señale? Entonces, cuando Dios nos lo muestre, podemos arrepentirnos y ser perdonados. Haga de este versículo su oración. Si le pide a Dios que analice sus pensamientos y le revele el pecado que hay en su vida. Este Salmo no deja ningún lugar para la hipocresía; nos desafía a ser humildes, francos y abiertos delante de Dios en todo momento.
¿POR QUÉ PRETENDER ESCONDERNOS DE DIOS?
1. Es obvia esta reacción luego que hicimos algo malo; por vergüenza, como Adán y Eva. Pero es imposible esconderse de Dios, Él está en todos lados. A veces actuamos sin sentido en la desesperación y angustia, como si fuéramos abandonados de Dios.
2. A veces nos escondemos para que alguien nos busque. Queremos que se den cuenta de que estamos ahí. Jesús define su misión: “He venido a buscar y salvar lo que se había perdido”. Él te busca también a vos.
3. Es necesario reconocer si estás lejos de Dios. En las parábolas de la moneda, la oveja y el hijo perdidos (Lucas 15) se destaca que eres único y valioso. Pero en la del hijo perdido hay una diferencia: el Padre respeta la decisión de su hijo. Pero, luego que se aleja, le espera pacientemente, sale al su encuentro, lo abraza, lo restaura y celebra como si su hijo hubiera resucitado. Dios te busca, pero no te obliga; no te lleva contra tu voluntad. Por esto dice la Palabra: “Si oyes hoy su voz; no endurezcas tu corazón”.
(*) Pastor de la Iglesia Bautista de Flores
justojanse@gmail.com
Templo: Boyacá 67 C.A.B.A.
Tel: 4632-7966 Fax: 4633-9358
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