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Fabián Volonté volvió a Malvinas
Nuestro héroe y vecino Fabián Volonté regresó por primera vez a las islas. “Siempre quise volver para cerrar una puerta. Cuando llegué a los 60 pensé que ya no valía la pena. Pero hubo algo que me motivó: vinimos a traer a Aurelia y a buscar las marcas que dejamos acá”.
Fabián Volonté pasó 74 días en las Islas Malvinas durante la guerra de 1982. En junio pasado, volvió a pisar el mismo suelo y a sentir “el viento helado en la cara”. El 11 de junio de aquel año, su amigo y compañero de división, Ignacio María Indino, murió alcanzado por el estallido de una bomba que arrojó un avión Sea Harrier. Aurelia Schmattel, su madre, falleció el año pasado; Fabián le había prometido algo y lo cumplió.
Volonté y otros veteranos de la misma división, pudieron consumar el deseo de la mujer: quería que sus cenizas descansen junto a los restos de su hijo en el cementerio de Darwin. Y el viernes 14, el día de la rendición de las fuerzas argentinas y del final de la guerra, estuvieron en el lugar “del que casi no volvemos”.
En este viaje lo acompañó otra valiente, su joven hija Delfina, quién desafió un viaje difícil, viajar a un lugar inhóspito, convivir diez días con Veteranos y enfrentar un frío tremendo.
Ella quería vivir en carne propia el campo de combate de su padre tal cual, sin que se lo cuenten. Y pudo lograrlo. Uno ni se imagina, escribiendo este artículo, el orgullo que debe sentir ella por Fabián, su padre. “Es muy fuerte todo. Delfi está reviviendo conmigo el sentido que tiene cada uno de los lugares, todo lo que nos pasó, el frío, los descampados, las trincheras. Estoy orgulloso de mi hija, la llama de Malvinas sigue encendida en ella”. Este viaje sirve para “volver a sentir el viento helado, caminar solo por las calles de la isla, recordar dónde hacía las guardias, qué pasó en cada lugar. Vuelven las imágenes de esa época y los recuerdos están intactos. Todo vuelve a mi memoria, pero con la paz de saber que le gané a la guerra”.
Fabián vivió este viaje desde otro lugar. Cada detalle le asombra. Por ejemplo, que en la Isla haya sólo 2000 habitantes. Y que 800 de estos, sean filipinos, peruanos, chilenos y taiwaneses que trabajan dando servicios a turistas o en “mantener” la isla habitable. También, Fabián nos cuenta que para hacer una cesárea programada, a las mujeres se lleva a Inglaterra o que no haya un terciario para estudiar. Todo demuestra que es hoy Malvinas es una Base Militar y que poco importa la calidad de vida del ser humano.
“Estuve en el lugar donde nos tiraron un misil que nos podría haber matado a todos. Y hasta volví a sacar una foto en la ventana desde la que vi que como lanzaban el misil desde un helicóptero”, recuerda, y agrega: “También sirve para cerrar la puerta y no volver más. Listo, se terminó. Cierro una etapa que estaba pendiente, que era volver al lugar del que casi no vuelvo. Quizás, en un tiempo publicaré un libro que ya tengo avanzado y quizás, este viaje sea el motivo para terminarlo”.
La Geolocalización y el nuevo hábito de comprar por cercanía
Fabián tiene su espacio permanente en el Museo Barrio de Flores, al cual se le irá sumando material fotográfico de este viaje, además de futuras charlas para vecinos y estudiantes.
Cabe resaltar que los gastos del viaje fueron solventados por Fabián y los otros argentinos que viajaron desde Buenos Aires. “Pasan los días y siento que pude sanar y reconstruir muchas partes de mi interior “, finaliza el ex combatiente, soldado héroe para un barrio y una nación.