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El Museo Barrio de Flores reabrió en la esquina de Falcón y Bonorino
Luego de estar cerrados durante nueves meses por la pandemia, y cuando varios pensaban que no abriría más, el único Museo sobre un barrio en la ciudad se reconvirtió en Ave Fénix. Y reabrió sus alas (puertas) el pasado 3 de diciembre y vuelve a volar la cabeza de los vecinos con recuerdos, sonrisas, enseñanzas y sorpresas.
Luego de estar cerrados durante nueves meses por la pandemia, y cuando varios pensaban que no abriría más, el único Museo sobre un barrio en la ciudad se reconvirtió en Ave Fénix. Y reabrió sus alas (puertas) el pasado 3 de diciembre y vuelve a volar la cabeza de los vecinos con recuerdos, sonrisas, enseñanzas y sorpresas.
En el primer fin de semana, recibieron varias visitas y videos de apoyo por whatsapp como el fundador del Malba, Eduardo Costantini; la actriz Anita Martínez; el tanguero José Colángelo y su esposa la cantante Gabriela Rey; el ex dueño de Retro, Pablo Martin; el cantante Nito Mestre; la bailarina internacional Helen Villa; el historiador Arnaldo Miranda; el padre de la Basílica San josé de Flores, Martín Bourdieu y tantos otros.
Flores de Papel dialogó con el presidente de la Asociación Civil Museo Barrio de Flores, Roberto Pablo D´Anna.
-¿Cómo hicieron para resistir nueve meses cerrados?
-Nos dimos cuenta que no estábamos sólo los de adentro de la asociación. Que había anónimos afuera. Y hoy el Museo es de todos. Durante estos nueve meses de estar cerrados, gestamos una relación especial con los vecinos y amigos. Sin ellos, hoy nada de esto hubiera sido posible. Ellos donaron dinero(varios meses) y tiempo. Participaron de nuestros cursos virtuales. Hace un rato, nacimos de nuevo, nos mudamos y abrimos en la esquina de Falcón y Bonorino, en una sola planta, un salón y galería de 250 metros cuadrados, más aulas. Algo increíble. Por muchos años fue una “caja de corbatas vacía” (NdR: su forma es parecida a una caja de corbatas de The Harding). Está gustando. La Basílica, la escuela Urquiza y el cementerio de Flores, quizás sus principales instituciones, mudaron sus locaciones varias veces. No podíamos alejarnos de la historia de nuestro barrio. Y nosotros, también nos mudamos. Fueron más de cien cajas, unos cincuenta cuadros, 20 vitrinas, miles de fotos, medallas y papeles…
-Ahora la entrada es gratis. ¿Hasta cuándo?
-A manera de agradecimiento al barrio, decidimos que la entrada será gratuita siempre. Nos sostendremos con un “Club de Amigos”; cursos y talleres presenciales y vía zoom; alquiler de salas y aulas; y el aporte de comerciantes y empresas de la zona.
-Por qué dejaron el petit hotel de Ramon Falcón 1893?
-Es un tema complejo. Prefiero no entrar en detalles. Hoy es mejor dejar bajar el río. Por todos los medios quisimos evitar la mudanza. Hay momentos que lo comercial le gana a lo sentimental. Orgullosos, nos fuimos sin deber un peso, pagamos cerrados, más de 13 gastos mensuales. Nosotros creamos el museo para formar una asociación civil sin fines de lucro y mi inspiración, fue “devolver algo” de todo lo que me dio el barrio con Flores de Papel, desde hace 21 años y como regalo a mi bisabuela Sara Fulco, que vino desde San Telmo, luego de ser millonaria y estafada luego de enviudar y llegó a Rivera Indarte al 400, sin nada. Todos no lo ven de la misma forma. No soy juez. Soy un periodista con 27 años de profesión y uno aprende que “Lo bueno y lo malo, vuelve alguna vez”. Así me educaron mis padres.
-¿Y cómo los recibieron en esta nuestra “casa”?
-Los propietarios del primer piso de la esquina de Falcón y Bonorino fueron vecinos de Flores. Quieren el barrio. Y nos están ayudando. Vinimos a la esquina, como nuestros paisanos inmigrantes, con respeto, pasión y ganas de trabajar. Nos entendieron enseguida. Al principio, fue todo una reserva “de palabra” y para algunas personas eso, alcanza. En cuanto a los comercios vecinos, ya nos conocían por el periódico y les encantó la idea (se las contamos días antes e llegar). Con la Pescadería La Rana, el histórico cuartel de Bomberos, la casa de Pastas San José y algunos más, que se irán sumando, vamos a transformar la zona en un gran polo de atracción cultural comercial. No quiero olvidarme de nuestros amigos Rodrigo de Prol Propiedades; Ricardo Busacca; Edgardo Fornero; Fabián Volonté, Nicolás Tatasciore; y a nuestras familias. Y desde ya, los vecinos que siempre que llegamos a un lugar, son los primeros que nos apoyan y hasta nos traen regalos: desde una torta, una planta, empanadas, vinos y hasta un champagne.
-¿Qué vamos a encontrar? ¿Es el mismo Museo, a tres cuadras de distancia?
-No. Nada que ver. Contamos con más luz natural, ventilación, más superficie lineal y muchísimas sorpresas. Además agregamos material conseguido durante los nueve meses cerrados. Buscamos exhibir más material de los 80 y 90 de Flores, así puso el foco nuestro tesorero, Juan Braña, que festejó su cumpleaños cargando cajas y haciéndola mudanza por varias horas. Eso no se olvida.
-Como lo menciona permanentemente, ¿Usted no está sólo en esto?
-Nadie está sólo en un emprendimiento. Siempre hay un equipo de valientes, como lo eran nuestros abuelos, cuando fundaban las asociaciones de fomentos o clubes en Flores, luego de trabajar doce horas. Hoy somos diez Titanes (NdR se refiere a la serie Teen Titans Go), como los que ve mi hija Lucía en Netflix, pero cada uno multiplicado por dos y más viejos (risas). Estamos cansados y fuertes. Los hombres y las mujeres del equipo
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-¿Qué es la tienda del Museo?
-Es uno de los nuevos lugares. En una habitación de una casa de principios del siglo XX, armamos un lugar donde se puede comprar libros usados, merchandising, objetos antiguos, cuadros y triciclos de los 60.
–¿Qué tienen pensando hacer en verano? ¿Estarán abiertos?
-Si, estaremos abiertos. Ya estuvimos cerrados nueve meses. Nuestro punto fuerte serán Las Vacaciones para Chicos con talleres, coordinadas por la vicepresidenta de la asociación, la docente Maríana D´Anna y una serie de profesores que vienen colaborando en la asociación. Serán uno por día, contratados por semana, en burbujas de diez niños de 6 a 11 años, más el/la docente. Pensamos cada detalle para que esta Quinta Temporada sea un éxito. Además, dictaremos cursos de verano para adultos. Los viernes y sábados de enero, la gente podrá visitar gratis el Museo. Alguna sorpresa más tenemos para las familias, los domingos a la mañana, pero la estamos estudiando aún.
-Usted fundó un periódico que luego de dos décadas sigue siendo líder; fue productor ejecutivo de un teatro vecinal en la calle Rivera Indarte; escribió (y los vendió) tres libros diferentes sobre San José de Flores y ahora arma un segundo Museo, que ya había sido el primero en la ciudad sobre un barrio. ¿Se siente reconocido?
-César Aira, que vive a 200 metros del Museo escribió 106 novelas; la maestra que dio clases por zoom sin que le den materiales hizo lo propio; el médico que con Coronavirus y ganando menos que el chofer de la ambulancia arriesgó su vida; los enfermeros; los empleados y dueños de comercios esenciales, también….a todos ellos, hay que reconocer antes. Yo estoy en la fila, lejos de entrar para recibir la medalla.
Programa de abordaje integral de enfermedades transmitidas por mosquitos
-¿Durante los nueves meses de pandemia, el Museo recibió apoyo económico del Estado Nacional y/o del Gobierno de la Ciudad?
-Nada. Hasta tuvimos que pagar 50 mil pesos de ABL en pandemia, cerrados, y Aysa, que en muchos días ni agua le da a la zona de Falcón y Carabobo, nos cobró todas las facturas. Edesur hizo un cálculo teniendo en cuenta el museo abierto de febrero. Lamentable. Injusto. En el equipo decimos, que las quejas nos paralizaban. Que debemos seguir. Que la ayuda llega de adentro. Una integrante de nuestro equipo, Laura, que con 46 años, el 21 de febrero dejó esta vida, siempre solía tener una frase de cabecera, mientras duró su enfermedad de ocho años y soportó con hidalguía unas cien sesiones de quimioterapia: “Acá, nadie afloja”. Tres palabras, que en los momentos duros, para nosotros eran tatuajes, bajo la piel.