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Cerrajería Lalo, cuatro décadas de tradición familiar en Flores

“La mayoría de la gente viene por recomendación y la garantía que les puedo dar es que hace 40 años que trabajo y que vivo acá. Me van a encontrar siempre. Le ponemos mucho amor a todo lo que hacemos”.

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“La mayoría de la gente viene por recomendación y la garantía que les puedo dar es que hace 40 años que trabajo y que vivo acá. Me van a encontrar siempre. Le ponemos mucho amor a todo lo que hacemos”. El que habla es Eduardo Alfredo Fernández, cuyo apodo es símbolo de trayectoria en el barrio y tal es su reconocimiento que prácticamente se vio obligado a cambiar el nombre de su negocio ubicado en Varela 155 “Cerrajería Flores” por “Cerrajería Lalo”. La historia del taller que se convirtió en una tradición familiar que ya lleva tres generaciones.

Lalo comenzó a trabajar en el local de Flores en 1978. El mismo había sido fundado por su primo, Antonio Decanda, y por ese entonces funcionaba en la esquina de Alberdi y Varela. Pero no fue allí donde aprendió el oficio de cerrajería de autos. Ambos habían sido formados desde chicos por Carlos Piazza. “Era muy joven cuando empecé. Terminé la primaria y me puse a trabajar. Me gustaba la mecánica. Entré en la cerrajería de mi viejo barrio de Palermo a los 13 años como aprendiz”, cuenta a Flores de Papel.

Y dice “mi viejo barrio” porque hace tiempo que para él Flores es su barrio “de adopción”. Más precisamente desde 1983, año en que se mudó con su mujer y sus pequeños hijos al local de Varela 155, donde funciona la cerrajería actualmente. “Veníamos a Flores a sus cines y boliches. Conocí su época más linda. Tenía un cine como el Pueyrredón inmenso con aire acondicionado que era todo un lujo. Cuando me mudé acá nos conocíamos todos, era más barrio”, recuerda de aquellos años.

Desde el inicio se trató de un negocio familiar. Primero empezó trabajando con su primo a porcentaje, después formó con él una sociedad, para con el tiempo quedar al frente e incorporar a su hijo Facundo “Fata” Fernández, y hoy a su nieto Franco, quien con 18 años está dando sus primeros pasos en el oficio. Y es justamente esta mezcla de generaciones la que hace que funcione mejor el taller: “Yo empecé con la primera máquina de las llaves codificadas, después comenzaron a complejizarse los sistemas y se lo dejé a la juventud”, dice Lalo, para que luego Fata – quien arrancó a los 15 años y hoy tiene 37 – explique que, gracias a haber trabajado en autoradios, tenía “conocimiento de plaquetas y memorias”. “Después se puso muy difícil y salí a hacer cursos para no estancarme, hay que adaptarse. Ahora mi sobrino que es pibe tiene más facilidad”, agrega. Incluso fue también por el trabajo en familia que se amplió el negocio. “Fata hizo más completo el taller porque aprendió sobre colocación de alarmas, colocación de autoradio y carga y arreglos de aire acondicionado”, cuenta su papá, quien asegura que se trata de un trabajo de constante aprendizaje. Cabe destacar que actualmente cuentan con ocho scanners para codificar llaves, que abarcan un 90% del mercado (menos autos de alta gama), y tres máquinas duplicadoras de distintos modelos.

Sobre la relación con los clientes, Fata cuenta que se manejan con un cupo de trabajo para mantener el trato “mano a mano”. “Queremos laburar bien, con tiempo, para poder dar un buen servicio”. A su vez, aseguran que tienen un método que es infalible para evitar discusiones: que les dejen el auto y un teléfono, ellos lo revisan y una vez que saben exactamente lo que tiene, lo llaman y le dan el presupuesto. “Si lo querés hacer bien y si no lo venís a buscar sin cargo y todo armadito. Entonces nunca hay discusión. A eso le agregás que el trabajo se hace bien y, si algo falla, hay muchísimos clientes que pueden dar fe de que realmente tiene garantía”. Además, para tranquilad de los dueños, ningún vehículo queda en la calle: “se guardan en el taller y los que no entran se llevan al garaje”. Tienen de clientes a muchísimos vecinos pero también a muchas personas que vienen incluso de la Provincia por recomendaciones, y sonríen al mencionar algunas de las personalidades que solicitaron sus servicios, como el ahora Papa Francisco – con quien la hija de Lalo tomó la Confirmación – ; el músico Pappo; Marcelo Di Croce, ex campeón argentino y sudamericano de boxeo; o Gustavo Alfaro, actual técnico de Boca Juniors. También atienden a la Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y PSA; y agencias del barrio como Russoniello que es Ford, Harbin Chevrolet; Le Meridien Peugeot o Citroën La Voiture.
“Queremos agradecer a nuestros clientes, que confían en nosotros, y decirles que más allá de que vayan pasando las generaciones seguimos teniendo el mismo patrón de trabajo. El taller se maneja con los mismos principios”, sostiene Fata, quien su amor por los autos también lo llevó a formar parte de Paddock Signos, programa dedicado al Automovilismo Formula 1 que sale los sábados de 19 a 21 por FM Signos 92.5. Y finaliza, con su papá sonriendo al lado: “el talles es mi vida, es lo que más disfruto. Mucha gente lamentablemente no labura de lo que le gusta, yo me considero un afortunado”.

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