Flores de Papel | El periódico gratuito del barrio de Flores

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Veinte años en el barrio de Flores

Hace veinte años, aparecía en las calles de nuestro barrio un flamante periódico denominado Flores de Papel.

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Hace veinte años, aparecía en las calles de nuestro barrio un flamante periódico denominado Flores de Papel. “Gratuito e independiente”, sostenía su editorial. Después de dos décadas, logró perdurar, con hidalguia, editando 240 ediciones mensuales consecutivas, algo único en la historia del periodismo florense.

Escribe Natalia Rivarola

Cuando se fundó Flores de Papel yo tenía 6 años. Ya vivía en el barrio, pero lejos estaba de saber que mucho tiempo después en esas páginas que leían mis papás y vecinos iba a figurar cada mes mi nombre. Crecí y estudié en Flores. Quizá porque uno al principio busca lo más cercano es que apenas me recibí de periodista el primer lugar donde fui a golpear para probar suerte fue al diario de mi barrio. Bastó solo un mail contándole que acababa de terminar mis estudios y que era vecina de toda la vida para que Roberto D´Anna me abriera las puertas.

Fue el primer medio que me dio un espacio para escribir, como sé que se lo dieron y siguen dando a cada vecino que quiera aportar su granito de arena. Con el tiempo tuve la posibilidad de publicar mis notas en otros medios, algunos más grandes, otros más chicos, pero ninguno disfruto tanto como cuando lo hago en Flores de Papel.

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Mi Gran llave

La diferencia para mí es muy simple. Pocas noticias nos van a afectar de la misma manera que lo que pasa en nuestras veredas. Flores de Papel está más cerca que ningún otro medio de la realidad de los vecinos, y por lo tanto de la mía. Tiene un compromiso gigante con los lectores y está profundamente involucrado con las problemáticas de la gente. Es un periódico hecho para vecinos por vecinos, que conocen sus calles de memoria, que se saben la historia de cada personaje y cada lugar histórico. Imposible enterarse por otro medio los detalles del antiguo Palacio Miraflores, cuyas imponentes rejas originales aún siguen en pie en una casa ubicada casi en la esquina de Rivera Indarte y Bilbao; la preciosa historia de amor de Oscar y Mari, dos vecinos históricos de la Mansión de Flores; o de la existencia de árboles que se diferencian del resto en la Plaza Flores, como el plantado como símbolo de la vida frente a la violencia perpetuada en la AMIA, de cuya existencia nos enteramos en el primer ejemplar de ese Flores de Papel de agosto de 1999. Desde ese año que su director y equipo trabajan día a día para incentivar la pertenencia al barrio y la identidad cultural.

En estas dos décadas, debió afrontar varias crisis para continuar siendo un periódico gratuito e independiente. Crisis durante las cuales incluso grandes diarios nacionales debieron bajar páginas a sus ediciones y aumentar los precios de tapa. Otros cerraron. Pero Flores de Papel siempre se mantuvo firme. A pesar de las adversidades no dejó de informar a los vecinos ni un solo mes. “Nunca fuimos por la ruta fácil”, diría Roby.

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Veinte años. Para algunos no será tanto, para otros es una vida. Yo con tan solo cinco en el periódico no puedo ni enumerar todo lo que pude conocer y los hechos de los que me tocó ser testigo. Recuerdo la primera nota que escribí. Era sobre la casa en donde nació el Papa Francisco, que no era aquella que por ese entonces todos creían en Membrillar. De ahí para adelante, ya me es imposible contarlas. Entrevisté a promesas musicales; artistas sorprendentes; una abuela aviadora; a íconos del barrio como el famoso pochoclero de Rivadavia, José Luis Russo; y hasta pude conocer de primera mano la historia de Lautaro, el pequeño luchador del barrio – hoy adolescente – que fue diagnosticado con Leucodistrofia y logró que desde Flores el país juntara un millón de dólares para que pueda realizarse un trasplante de médula ósea en Estados Unidos. Tuve la suerte también de poder visitar joyas escondidas en el barrio, como el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en una vieja casona de la calle Fray Luis Beltrán; y también me tocó cubrir distintos hechos, algunos felices, como la celebración por los 100 años de la escuela pública donde estudió el Papa, y otros verdaderamente trágicos, como la muerte de los pequeños Rolando y Rodrigo Mur en el incendio del taller textil clandestino de la calle Páez, que veníamos prácticamente anticipando con múltiples denuncias en el diario sobre esta problemática en el barrio; o la mezcla de tristeza, bronca, miedo e impotencia que se vivía afuera de la Comisaría 38 tras el crimen de Brian Aguinaco.

Si todo esto y mucho más pude vivir yo en este tiempo, no me imagino en dos décadas de acompañar al vecino en cada alegría y en cada tristeza, en cada artista que triunfa y en cada patrimonio cultural perdido, en cada avance y en cada lucha en las calles de los hombres sensibles. Conozco el trabajo a pulmón que se realiza para que Flores de Papel pueda salir a la calle mes a mes, de manera ininterrumpida. Porque a diferencia de los grandes medios, en uno barrial son las mismas personas las que investigan, entrevistan, redactan, editan, sacan fotos, diseñan y distribuyen. Porque llevarlo adelante es una cuestión de pasión y muchísima vocación. Mis aplausos y admiración para quienes con arduo y comprometido trabajo conservan la historia y brindan un servicio indispensable a sus vecinos. ¡Felices 20 años mi Flores de Papel querido!

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