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¿Somos libres de decidir o no?

Escribe el Pastor Justo Janse

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Escribe el Pastor Justo Janse

Esto cambia la percepción y el efecto de lo que hacemos. Es posible que suframos más en ésta crisis si nos sentimos “obligados” a quedarnos en casa. Tal vez puedes aceptar que lo haces por propia elección -cuidándonos- siguiendo las indicaciones de los que más saben.

1. La libertad es el mayor regalo de Dios al hombre y a la mujer desde la creación.
Es un derecho irrenunciable y personal. La libertad debe ser reconocida, no concedida por otros. Pero la libertad nunca es absoluta: es claro que Dios les da las indicaciones a Adán y Eva con el derecho a elegir obedecer o no. Esto significa que estaba condicionada a un acuerdo, que si no se cumplía, afectaría el futuro de ellos.
Por eso defendemos los derechos a la libertad: de conciencia, de culto, de interpretación de la Biblia, de elegir iglesia en dónde congregar, etc. pues todos ellos se desprenden de este derecho universal dado por Dios.

2. La libertad está directamente relacionada con la responsabilidad. Cuando Dios deja solos a Adán y Eva en el Huerto de Edén es para permitirles tomar sus propias decisiones. Pero el diablo les induce a desconfiar de lo que Dios les había dicho.
Cuando somos niños dependemos de las decisiones que toman otros por nosotros para cuidarnos. La autoridad de los padres, maestros, gobernantes está directamente relacionada con su responsabilidad sobre las personas a su cuidado.
Podemos asumir más libertad en la medida que maduramos: esto implica asumir gradualmente compromisos y responsabilidades.

3. Las decisiones (buenas o malas, personales o del grupo al que pertenecemos) tienen consecuencias y afectan nuestra libertad. En especial los acuerdos PACTOS que hacemos.
Noten que Adán y Eva resuelven juntos desobedecer y consecuentemente pierden la comunión con Dios, su lugar en el paraíso y experimentaron la muerte.

Libres en Cristo no significa que no haya límites.
Cristo es nuestro Redentor: pagó el precio para que recuperemos la libertad. ¿De qué éramos esclavos? De las consecuencias de nuestras malas decisiones. “Vivir en Cristo” nos da espacio suficiente para que libremente hagamos muchas cosas buenas y diferentes para cada uno con el cuidado de no cruzar el límite. No podemos estar “fuera” de Cristo. La fe en Cristo nos ayuda a aceptar los límites y superar las limitaciones.

A. Los límites tienen como propósito protegernos del mal: y parecen negativas porque se definen con un “NO”: no mates, no robes, no te copies, “No salgas de tu casa”, etc.
Si no los aceptamos y transgredimos los límites podríamos dañar la vida, Una cosa es estar incómodos y otra muy diferente es estar en terapia con un espirador con la imposibilidad que la familia te vea porque no te aguantaste las ganas de salir.

Hasta para jugar hacen falta los límites para que nadie haga trampa.
Igualmente para convivir hacen falta normas (horarios de silencio o para comer) que si no las respetas, afectaras la relación con quienes amas pues en la medida que aceptamos los límites, tenemos paz y disfrutamos más.

B. Las limitaciones debemos superarlas en el propósito es hacer el bien. El cristiano no es el que no hace nada malo, sino lo bueno para disfrutar de la libertad. La pasividad y el desorden generan más estancamiento y caos. En la física, por el roce, todo se frena. Así también, para hacer lo bueno hacen falta motivaciones y convicciones fuertes. Los problemas, la crisis, aun las amenazas injustas no deben desanimarnos para continuar haciendo el bien.

Como cristianos en este tiempo de adversidad no debemos dejar de ayudar a otros como lo estamos haciendo aunque tengamos escases; tampoco puede desalentar nuestra adoración (ahora con el culto Online) ni dejar de compartir nuestra fe.

En síntesis, parafraseando al apóstol Pablo en Gálatas 5.1-25, afirmamos:
Estamos firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres por su gracia (1-4).
Esta convicción procede de aquel que nos llamó para que nada nos perturbe: Nosotros, por el Espíritu, aguardamos por fe la esperanza de la justicia en la gracia. Respondimos al llamado de Dios que nos ama, obedeciendo la verdad en la fe que obra por el amor. (5-10).

Nosotros a libertad fuimos llamados y usamos esta libertad como ocasión para servirnos por amor los unos a los otros, porque toda la Ley en esta sola palabra se cumple: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (14-15).

Porque somos de Cristo, vivimos en el Espíritu y por lo tanto vamos a heredar el Reino de Dios.
Y andamos siendo guiados por el Espíritu manifestando el fruto del Espíritu en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (16-25).

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