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Ricciardelli, el hombre que forjó la identidad de un barrio

Todavía quedan algunxs habitantes del Bajo Flores que recuerdan las lagunas vírgenes del Bajo Flores y Nueva Pompeya. Esas que se situaron en lo que hoy se denominan Barrio Charrúa, Barrio Padre Rodolfo Ricciardelli, Barrio Illia y Barrio Rivadavia. Un mismo entramado urbano dividido por las fronteras caprichosas que establecen las Comunas de la Ciudad. La antigua Avenida del Justicialismo (Av Perito Moreno) es hoy el límite real del Bajo Flores y, por ende de la Comuna 7.

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Escribe Alejandro Filippini

Todavía quedan algunxs habitantes del Bajo Flores que recuerdan las lagunas vírgenes del Bajo Flores y Nueva Pompeya. Esas que se situaron en lo que hoy se denominan Barrio Charrúa, Barrio Padre Rodolfo Ricciardelli, Barrio Illia y Barrio Rivadavia. Un mismo entramado urbano dividido por las fronteras caprichosas que establecen las Comunas de la Ciudad. La antigua Avenida del Justicialismo (Av Perito Moreno) es hoy el límite real del Bajo Flores y, por ende de la Comuna 7.

Durante mucho tiempo los bañados del Bajo Flores fueron utilizados por vecinos de la Ciudad que iban a pasar el día a esos riachos con una flora y fauna silvestre sin parangón. Existen muy pocos registros fotográficos de lo que cuento. Algunas pocas tomas aéreas que alguna vez me mostró el amigo y gran historiador Angel Prignano, respaldan lo dicho.

Las Lagunas y pastizales del Bajo Flores fueron cediendo ante enormes basurales que allí se establecieron. Encima de la basura se establecieron algunas familias con chozas de madera y chapa por las décadas del 40 y 50. Existe un relato que asevera que Eva Perón fue hasta el “bañado del Bajo Flores” y al ver las condiciones de miseria extrema en las que vivían las familias allí decidió trasladar a cada una de ellas a las nuevas viviendas del Barrio Perón (hoy Saavedra) construidas por la Fundación Eva Perón.

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Jorge Vernazza se instaló en Bajo Flores en 1968 y unos pocos años más tarde llegó el Padre Rodolfo Ricciardelli. Desde su grupo de pertenencia teológica y política (Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo) y junto a Carlos Mugica, Domingo Bresci y otros se opusieron a los distintos planes de erradicación de Villas propuestos por todos los gobiernos militares en las décadas de los 60 y 70.

Las imágenes de Ricciardelli y Vernazza parándose frente a las topadoras que querían derribar las chozas y casillas de la Villa 1-11-14 son una marca indeleble en un barrio que ha aprendido a resistir todo tipo de atropellos.

La Cooperativa de Vivienda creada por Ricciardelli forjó una forma de organizarse en el barrio que aún tiene vigencia, la pasión por la política y el peronismo se encuentra enraizado en los pasillos y calles del barrio donde al justicialismo le cuesta perder, el encuentro entre culturas de distintos países de latinoamerica que el Parde Ricciardelli predicaba cobran sentido en la pequeña Patria Grande que es hoy el Bajo Flores.

La solidaridad entre vecinxs, la comunidad como concepto superador de la salida individual, la capacidad de sobreponerse a los problemas forman hoy parte de la identidad y cultura del Barrio Ricciardelli. Valores y conceptos trabajados por Ricciardelli y sus pares.

Es por esto que el barrio que Ricciardelli tanto amó hoy lleva su nombre. Porque sus valores son los de la comunidad entera.
Resta aún poder concretar el sueño de “Richar” (como le decían sus amigxs) que es la integración plena del Barrio Ricciardelli al entramado urbano. Pensada no solamente como un proceso de urbanización en la que la ex Villa 1-11-14 se integra a la red de servicios (agua, gas, luz) como los que tiene el resto de la Ciudad; diagramada no únicamente en la construcción de viviendas dignas en las que las familias no vivan más en condiciones indignas de hacinamiento; proyectada no solamente para que haya más escuelas, más CeSACS, más espacios verdes, lugares de esparcimiento, calles, veredas y centros culturales sino una integración pensada desde el barrio, por los propios vecinos y vecinas del barrio en la que la Ciudad también se integre a la cultura y a los valores del Barrio Ricciardelli.

 

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Una integración en un doble sentido. De nada sirven planos e ideas irrealizables pensadas desde frías oficinas que desconocen por completo cómo es y funciona el Barrio Ricciardelli.

Van 21 años de la sanción de la Ley 403 de urbanización de la ex Villa 1-11-14. Ricciardelli en aquel momento aún vivía. Hoy seguimos esperando que la Ciudad más rica del país deje de mirar con la nuca su propio sur. Hace 3 años comenzó un incipiente proceso de “discusión” sobre una nueva Ley que iba a complementar la ya sancionada Ley 403. Se llevaron a cabo infinidad de reuniones. Participaron vecinos, delegados, organizaciones sociales, políticas, docentes, etc.

Fueron horas y horas discutiendo y aportando ideas y experiencias para poder tener un mejor barrio. Todo eso, de la noche a la mañana y sin ninguna explicación de parte de las autoridades del GCBA, quedó sin efecto. Volvimos a fojas cero y ya van 2 años que el Barrio Ricciardelli no tiene dinero asignado en el Presupuesto de la Ciudad para obras troncales o estructurales que mejoren realmente la vida de los vecinos.

Como Ricciardelli nos enseñó frenando las topadoras, el barrio que ahora lleva su nombre se organizará y frenará la desidia y el maltrato que recibe hace más de una década y lo transformará en organización y una nueva Ley que se tendrá que cumplir o cumplir.

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