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Ludonautas, el grupo de juegos de mesa de Flores

Desde hace más de dos años, un grupo de vecinos del barrio se junta semanalmente a pasar noches o tardes enteras con juegos complejos.

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Por Santiago Nuñez

Desde hace más de dos años, un grupo de vecinos del barrio se junta semanalmente a pasar noches o tardes enteras con juegos complejos. Llaman a más vecinos a sumarse a la iniciativa a través de las redes.
La melodía de juego al estilo aventuras sale de la computadora.

En frente, en la parte de atrás del living, hay un mazo de cartas temáticas y un tablero con personajes de la época medieval (algunos más reales que otros), listos para la guerra. Al lado hay un castillo a medio hacer y la maqueta de una muralla. Qué es cada cosa no es algo fácil de distinguir, pero solamente una mirada rápida por el departamento de la calle Condarco ya deja en claro que en el ambiente se respira diversión.

“Nombrá cinco juegos de mesa que conozcas”, desafía Darío Besada. Ante la respuesta clásica, que incluyó las Damas, la Generala, y algunos más, contrapuso una mejor explicación. “En 1994 se creó el primer juego moderno, el ´Catán´. Desde ese momento, alrededor de cinco mil juegos de producción masiva se realizan por año”.
Así, dejó en claro que el universo para divertirse con juegos de mesa es mucho más amplio que lo tradicional. Esa parece ser la máxima de él y de todo Ludonautas, grupo de vecinos de Flores que hace un tiempo se juntan a disfrutar de los juegos de mesa en las casas del barrio.

Un tipo lúdico
Ludonautas se formó hace dos años y medio aproximadamente. Es un grupo de personas, principalmente de nuestro barrio, que se juntan dos o tres veces por semana a pasar tardes o noches enteras divirtiéndose con los juegos de mesa. Se conocieron a través de las redes y hoy en día siguen buscando vecinos del barrio que se sumen a la iniciativa a través de estos medios.

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“Siempre fui un tipo lúdico. Mis amigos iban a bailar y yo quería quedarme a jugar juegos de mesa”, comenta Besada, uno de los fundadores del grupo. Por eso, decidió tomar la iniciativa: “En enero de 2017 escribí en Google ´gente para jugar juegos de mesa´. Ahí conocí a un compañero más, y armamos esto”. Pablo Taboada, Néstor Flores, Oriana Girardi y Mónica Scaturchio son algunos de los que lo acompañan en la travesía de Ludonautas.

La gente
El método a partir del cual se suma a la gente es interesante. Lógicamente, adaptarse a un grupo nunca es sencillo. “Permitimos que vengan uno o dos nuevos a la vez”, afirman. Pero esto no tiene que ver con algo restringido: enseñar a jugar no es sencillo y si hubiera que explicarle a mucha gente quitaría mucho tiempo de ocio. A su vez, si bien la iniciativa apunta a que se sume la mayor cantidad de gente posible a Ludonautas, también es cierto que “si metés 45 personas a la vez cuesta mucho”.

En definitiva, los integrantes del grupo valoran principalmente a la gente que se inserta bien al grupo y “que viene siempre”, en palabras de Oriana. Darío, convencido de su tarea, afirma entre risas que “esto es lo mejor que encontré” y señala a sus compañeros.

El lugar
Las sedes de cada noche o tarde de juegos van variando. Son las casas de los integrantes del grupo. Eso, si bien ayuda a la comodidad, no deja de ser un problema. “No tener un espacio público es un tema. La capacidad de las casas es limitada y a veces a la gente le incomoda venir”, afirman.

En el grupo fracasaron en armar la iniciativa en los bares y tampoco creen que los espacios verdes sean la solución. “Una plaza es difícil por el viento o la posible lluvia”. Entonces, los Ludonautas juegan en casas. ¿Cuándo termina el juego? “ Estamos hasta que salga el sol y el dueño nos eche”, sentencian, sin dudar.

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Ni TEG, ni Truco ni Generala
“Hay gente a la que le gusta jugar juegos de mesa pero no conoce más que lo tradicional”. Darío, así, deja en claro una de las cosas más importantes del grupo. Su particularidad está en dejar de lado los juegos clásicos más conocidos.

El truco, la Generala y las Damas no tienen lugar. Las noches enteras se pasan con diversiones menos conocidas. Los juegos de rol, en el que cada participante toma el lugar de un personaje de una historia, son moneda corriente. La creación de mundos y universos, con juegos explicados por un cuaderno de 500 hojas, anillado, están a la orden del día. Los “juegos cooperativos”, en el que no hay equipos sino que todos los integrantes son un grupo que debe “ganarle al juego”, también aparecen en agenda.

Así, las noches pasan con el Istanbul, ambientado en la estética Persa, con los avatares de un mercader ficticio; o con el Secret Moon, juego de roles ocultos en el cual uno ni siquiera sabe quién es de su equipo; o con el Secret Hitler; para debatir, mentir y conspirar entre liberales y fascistas.

Otra modalidad para divertirse se pone, más que nunca, arriba de la mesa. Hay gaseosa y papas fritas para picar. Y queda bien claro que los juegos de siempre no van, cuando en un debate sobre lo tradicional, Oriana afirma contundentemente que el TEG, quizás uno de los juegos de mesa más famosos, le da asco.

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