Actualidad
Los viejos Mercados
Entre 1856 y los primeros años del siglo XX, se construyeron en la ciudad de Buenos Aires, unos 40 mercados. Te contamos la historia de los principales que se instalaron en Flores.
Entre 1856 y los primeros años del siglo XX, se construyeron en la ciudad de Buenos Aires, unos 40 mercados, debido a que en 1862, La Municipalidad prohibió las ferias al aire libre.
Estos nuevos mercados tenían la intención de generar varios espacios para el abastecimiento de la ciudad, más higiénicos y organizados, a precios razonables. Su éxito se basó en que se “vendía todo, en un mismo lugar y el vecindario acompañaba”.
Por ejemplo, el Mercado Varela (Varela 1184) fue inaugurado el 25 de mayo de 1925. Tiene una superficie de casi 2500 metros cuadrados. Sus instalaciones albergan 70 puestos internos y 16 locales que dan a la calle (10 a la avenida Varela y 6 a la calle Zuviría). Cada barrio de las Casitas Municipales de Flores tenía su propio Mercado, el Varela y el Bonorino, homónimos a cada uno. Por ejemplo, el Varela se encontraba a pasos de Av. Eva Perón y Membrillar.
Ver esta publicación en Instagram
Hoy, quedan en su mayoría en pie los locales que dan a la Avenida. Allí conviven desde indumentaria masculina, ferreterías hasta pescaderías. En el interior, muchos funcionan como depósitos.
En la Guía Kraft del año 1952 se hace mención a un tal Francisco Marino como su propietario. El primer Mercado que tuvo Flores fue el Mercado Unión, que funcionó en la actual esquina SE de Ramón L. Falcón (antes llamada Unión) y Pedernera (antes llamada Necochea), aproximadamente desde 1889 y hasta comienzos de la década de 1910.
Entre los mercados desaparecidos de Flores se encuentran el Ferelman (Av. Nazca 452), el de S. Gulizia (Argerich 36) el Flores (Av. Avellaneda 2102 y el Varela (Av. Varela 756). En el histórico edificio del Mercado Municipal Cnel. Falcón (Cnel. Ramón L. Falcón 2710) funciona desde hace 17 años una cooperativa de trabajo. Fue inaugurado en 1910.
Los mercados de Buenos Aires surgieron con los primeros inmigrantes europeos como medio de regularización a la venta en ferias callejeras y fueron testigos partícipes de la mezcla cultural y la configuración de los barrios.
Casi todos los mercados que siguen funcionando conservan sus estructuras y pisos originales y algunos puestos que fueron sobreviviendo de generación en generación. Hay algo único en esta dinámica de intercambio que los hace mágicos. El tiempo parece detenido y podemos vivenciar por un momento los sonidos de antaño: las formas de intercambio cara a cara, el saludo, el encuentro entre vecinos en un ambiente que atesora miles de historias y anécdotas.