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Los repartidores low cost llegaron a Flores

Todo vecino que no vaya muy distraído debe haber notado la repentina aparición de jóvenes en bicicletas y motos cargados con enormes mochilas cuadradas en las calles y avenidas del barrio. Van vestidos de rojo, naranja flúo o con una caja amarilla sobre la espalda.

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Escribe Natalia Rivarola

Todo vecino que no vaya muy distraído debe haber notado la repentina aparición de jóvenes en bicicletas y motos cargados con enormes mochilas cuadradas en las calles y avenidas del barrio. Van vestidos de rojo, naranja flúo o con una caja amarilla sobre la espalda. Con la atención puesta en el celular, son la versión más moderna del delivery y ya son furor en Flores.

La tendencia de repartidores low cost crece en el mundo, se instaló este año en parte de la Ciudad y en las últimas semanas se expandió a las calles del barrio, aunque aún no cubre su totalidad. Se trata de empresas que ofrecen un sistema de reparto más avanzado y rápido que el convencional.

Funcionan con una aplicación que se baja al celular, donde la gente indica qué quiere que le lleven a su casa. Se puede comprar casi cualquier cosa bajo esta modalidad. Grandes cadenas como McDonald’s, Burger King o Mostaza les delegan parte de sus entregas para poder ampliar sus zonas de cobertura. Pero también lo comenzaron a hacer ya algunos locales del barrio, como la Heladería Palmeiras.

Hay tres firmas compitiendo, aunque con distintas formas de trabajo. Glovo (fundada en Barcelona) y Rappi (de capitales colombianos) aterrizaron en el país hace solo unos meses. A Flores, la primera llegó hace unas semanas con sus bolsos amarillos y la segunda está a punto de hacerlo. No tienen empleados, solo socios autónomos y obtienen su ganancia en los convenios que firman con otras empresas, a las que le tercerizan el servicio de delivery.

Con un sistema parecido al de Uber, estas plataformas toman pedidos de gente que necesita mercadería de algún negocio y los derivan a una red de cadetes “freelancers” que se ofrecen a hacer esos mandados con su propia moto o bicicleta. Priorizan al que está más cerca y, así, reducen los tiempos de espera.

¿Por qué estas compañías están creciendo a pasos agigantados? Porque muchas personas se ven atraídas por la facilidad y las pocas exigencias para sumarse a las empresas. Solo hay que presentar el DNI o, en el caso de los inmigrantes, la constancia de ciudadanía en trámite, y hacer una capacitación de unas horas.

Hay repartidores de todas las edades, aunque la mayoría son jóvenes que estudian o trabajan y que dedican entre 3 y 6 horas diarias a entregar pedidos. El mayor atractivo, para ellos, es la chance de decidir qué días trabajar, en qué horarios – la demanda más fuerte se da de 12 a 15 y de 21 a 24 -, en qué zonas y con qué medio de transporte.

Otros comercios, en cambio, prefieren contratar otra empresa que tiene un vínculo más formal con los empleados. En las últimas semanas el tránsito de Avenida Rivadavia (especialmente cerca del cruce con San Pedrito) se vio modificado por un constante ir y venir de bolsos rojos.

PedidosYa nació en 2010 en Uruguay y es la que primero irrumpió en el mercado argentino, pero con la reciente llegada de sus competidoras decidió expandirse para no perder terreno. Fue así que comenzó a abarcar, además de restaurantes, supermercados y farmacias para aprovechar los baches que suelen producirse en ciertos horarios donde cae la demanda de comida.

Venían trabajando como el nexo entre el cliente y establecimientos que ofrecían envíos, pero ahora sumaron repartidores propios para darle ese servicio incluso a comercios que no tienen delivery. Así por ejemplo, a través de esta plataforma los vecinos pueden pedir comida japonesa en Fabric Sushi Flores; picadas, pizzas y empanadas en Rusticana Flores, Pizza y Birra, La Continental Varela, Tío Pipa’s, El Noble Flores, Empanadas Gourmet Flores, milanesas especiales en Kemila Milanesa Gourmet I o el postre en Helados Il Vero Amaretto Flores.

A pesar del auge de esta modalidad de reparto, son muchas las voces que se alzan en su contra. De hecho ya hubo medidas de fuerza entre los trabajadores, quienes denuncian que se encubre una relación laboral en un mero intercambio de servicios y piden que se les establezca un salario fijo. Sin embargo, a pesar de las críticas, la tendencia llegó con todo y son cada vez más los vecinos que buscan satisfacer sus necesidades a través de sus smartphones.

Lo cierto es que, sin importar la empresa elegida y ya sea para pedir remedios, perfumes, documentos o comidas y bebidas, los repartidores low cost en apenas días se multiplicaron en las calles cambiando el paisaje del barrio.

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