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La vecina más longeva de Flores celebró su cumpleaños número 107

Su hermana, vive con ella y tiene 104 años. Una historia única.

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“Quiero que todos cumplan años como yo, para que sepan cómo es recorrer la vida, pero la vida buena”, le decía hace dos años a Flores de Papel Isabel Barletta, vecina del barrio desde su nacimiento que acaba de dar nada menos que 107 vueltas al sol.

Isabel nació el 12 de septiembre de 1911 en la calle Primera Junta, y luego se mudó a la casa que construyeron su papá y sus hermanos en José Martí para no abandonarla más. Como una vecina que hizo todos sus pasos en el barrio, también estudió acá. La primaria la hizo en una escuela que estaba en Francisco Bilbao entre José Marti y Quirno, donde ahora hay edificios de departamentos. Y después estudió dibujo, pintura e Historia del Arte en la escuela Fernando Fader, sobre el pasaje La Porteña.

Junto a su hermana Deolinda, de también longevos 104 años, fue testigo de una infinidad de cambios en el barrio. Desde las calles de tierra, hasta la llegada de la electricidad y los primeros autos: “Íbamos al colegio con los zapatos embarrados porque llovía. Cuando llegábamos el portero de la escuela nos sacaba el barro del calzado con una palita. Tampoco había luz eléctrica, pasaba un sereno todas las noches por la cuadra. Recién en los años ‘20 pusieron faroles, uno cada media cuadra, alimentados a kerosene. Ése era el alumbrado público de aquella época”, contaba en la entrevista con una lucidez asombrosa, al igual que recordaba “cuando pasaban por acá los primeros autos, todo el mundo salía a la calle a verlos. Era una cosa nunca vista”.

Le gustaba jugar a la rayuela y a la ronda, pero sobre todo disfrutaba de los famosos carnavales que Flores supo tener. “Mirábamos el corso y las murgas. Nos hacíamos una ropa linda, vistosa y salíamos a divertirnos tirándonos serpentina. Esa era nuestra diversión. Había concursos, como el del mejor coche o la mejor vestida, y daban premios”, relataba, para agregar que solía pasear mucho por la zona, hacía las compras, iba a mirar vidrieras y caminaba por la Plaza Flores.

Inagotable fuente de anécdotas, le contó a este diario sobre cómo surgió “el primer colectivo que hubo en Flores, que cobraba 10 o 15 centavos”. “En San Pedrito y Rivadavia había una pizzería, y al lado una casa de mudanzas que se llamaba La Veloz, y ahí paraba un auto de aquella época, como una camioneta. Una vez, como el tranvía (que pasaba por Rivadavia) no andaba, había gente que quería ir a su casa o a su trabajo y el chofer del auto les dijo ‘si suben las llevo’. Al él le convenía, porque estaba parado ahí, hacia siempre el mismo recorrido y se ganaba unos pesitos”.

¿Cuál es la fórmula para vivir tantos años? “Hay una sola y es respetar al otro. Porque él es igual que yo, igual que todo el mundo. Dios los hizo a todos iguales. Es importante admirar a la naturaleza. Pensar qué hago hoy, qué de bueno hice y procurar ayudar al necesitado siempre”, afirmaba.

Con una gran torta donde se destacaban las velitas con brillos y con una sonrisa en su rostro aún más enorme, el mes pasado Isabel festejó sus 107 años rodeada de sus seres queridos, mientras todo un barrio celebra la vida de su vecina más longeva.

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