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Flores: la mina de oro histórica para la venta de terrenos

Desde finales del siglo XIX, las calles del barrio fueron las más exitosas en los remates de lotes.

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Escribe Nicolás Tatasciore

A principios del siglo XX los periódicos dedicaban media página para los avisos de ventas de lotes de terreno, ofreciendo miles de tentadores beneficios, como por ejemplo la ocupación inmediata. Para ese entonces Flores era uno de los puntos fuertes en la venta de terrenos.

Por ejemplo, según un recuento del diario La Prensa de Noviembre de 1903, un remate en el barrio había vendido rápidamente 100 lotes de 10 metros de frente y fondo entre 35 y 45 metros por un precio promedio de un peso por metro cuadrado, con posibilidad de pagarlo en más de 80 cuotas, o como se conocían en ese entonces, mensualidades. Como algunas de las ventajas se anunciaban: una escuela a 500 metros y un tranvía eléctrico en las proximidades.

Ya está en las librerías Alerta de extinción

Otro aviso, publicado en 1904, anunciaba “El Gran Remate del Día para los Pobres” comentando explícitamente: “Con un poco más de la base de venta de estos terrenos, hay quien edifique a plazos, una o más piezas, de suerte que el comprador puede inmediatamente después del remate ocupar el terreno y vivir en la casa que edifique, haciendo de cuenta que al cabo de los 60 meses por 10 o 15 pesos mensuales, lo que vale el alquiler de la más modesta pieza de conventillo en el centro, llegará al fin de dicho plazo a ser propietario sin ninguna violencia puesto que hará de cuenta que paga su alquiler para ser dueño del terreno y casa que edifique”.

En el año 1905 este tipo de remate mostró un aumento considerable; las páginas que se dedicaban a estos avisos pasaron de un promedio de 2 ó 3 a 8 páginas. Ya para 1906 eran habituales las ventas de 500 y hasta 600 lotes por remate. Incluso, los rematadores ofrecían boletos de tren o tranvía gratuitos al lugar del remate, carpas para protegerse del sol o de la lluvia, y asientos donde descansar durante el remate. A veces se incluía un almuerzo gratis y una pila de 10.000 ladrillos por lote. Así también existían los especuladores y rematadores que colocaban rieles de tranvía cerca del lugar para que los posibles compradores creyeran que había un inminente tendido de una línea.

Por esta razón las compañías de construcción y préstamo recién establecidas abrieron otra importante fuente de crédito para los trabajadores después de 1900. Por ejemplo, la Buenos Aires Building Society realizaba sorteos con premios en dinero efectivo o préstamos a los ganadores lo cual, sin duda, hacía atractivas las condiciones de hipoteca para los ganadores. Otro caso es el del Banco del Bien Raíz, el cual proporcionaba préstamos de 500 pesos sobre la base de pagos mensuales de 5,25 a 10 años.

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Dentro de estas ventas de lotes, las tierras florenses eran de las más populares y esto se puede ver, por ejemplo, en varios anuncios pertenecientes a la colección del Museo Barrio de Flores. En Diciembre de 1924, Beretta & CIA realizó su 2º Gran Remate de nada más ni nada menos que 600 lotes. Cada uno de ellos, según cuenta el anuncio, tenían una base de $10 por lote y las casas tenían una base de $30 por mes cada una sobre un plan de cien mensualidades. A su vez, el aviso anunciaba que habría tres casas de regalo a los compradores y que el sorteo se haría el 1º domingo de enero. Todo este evento se realizó entre las Avenidas Lafuente; Campana; Portela y Balbastro.

Otro caso es el de la compañía Cambiasso, que en 1938 remató varias propiedades en Flores donde como una casa en canalejas 2151 y una esquina en Nazca 305, como lo describen los anuncios. Sin embargo, una de las piezas más interesantes que posee el museo, sobre este tema es la publicación proveniente de la revista Caras y Caretas de 1899.

Allí se anunciaban la venta de “320 soberbios terrenos en Flores”. A cargo de Risso y Patrón CIA., la publicación muestra los lotes cercanos a lo que entonces era la Parroquia de Flores. De esta forma comprobamos que la venta constante de terrenos florenses es una tradición que se remonta a los primeros siglos de vida del barrio y que por alguna razón, la gente sigue eligiendo las calles de Flores para levantar sus hogares.

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