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En medio de la pandemia, una Virgen de Luján hecha por Alejandro Marmo trae esperanza al barrio Ricciardelli
En diciembre de 2019, la ahora ex villa 1-11-14 cambió de nombre por una ley de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, que se basó en la elección de los vecinos. Y desde entonces, en la rotonda que marca el cruce de las avenidas Perito Moreno y Varela, está la imagen del padre Ricciardelli, que es el nuevo nombre de la urbanización del barrio.
La obra, hecha en hierro, es una creación del escultor Alejandro Marmo, el mismo que hizo entre tantas otras los murales de Evita en el edificio conocido como Ministerio de Obras Públicas (MOP) y también la del Padre Carlos Mugica, sobre la misma avenida 9 de Julio, pero hacia el Norte, antes de la Autopista Illia.
Marmo ahora repita su presencia en el Bajo Flores, con un trabajo muy especial de su saga escultórica: una Virgen de Luján, “hermana” de la que emplazó en el Vaticano en 2014 junto al Papa Francisco.
En el difícil contexto marcado por la pandemia de coronavirus, la Virgen patrona de la Argentina construida con descarte porta un mensaje de esperanza: en lo marginal renace lo Divino. “Esta Virgen construye el rescate de aquello invisibilizado. Hay que trabajar en la construcción de la nueva esperanza, que enfrenta la pandemia de la incertidumbre, y hay que hacerlo con resiliencia y corazones de hierro”, afirmó Marmo a Clarín.
Los protagonistas de esta obra son los vecinos, responsables de que todos los días el barrio siga luchando. La iniciativa contó con la invalorable ayuda del Padre Juan, que está al frente de la Parroquia Santa María Madre del Pueblo. El clérigo realizó este martes una sencilla ceremonia de bendición de la escultura, ante unos pocos vecinos debido a los cuidados y la distancia social que requiere la contingencia sanitaria. “Esta imagen tan hermosa nos viene a decir que ella está con nosotros en este momento”, dijo el Padre Juan Isasmendi.
Para Marmo, “el emplazamiento en el espacio público es una forma de darle visibilidad y voz a una complejidad a la que muchas veces se le da la espalda”.
El mural se enmarcó dentro del plan de integración urbana que alcanzó al barrio y fue producto del trabajo mancomunado entre la comunidad parroquial, el artista y los vecinos, que entre otras cuestiones, decidieron cuál era la imagen que querían inmortalizar en hierro. NR