Connect with us

Actualidad

El perro sediento

Lucía D Anna Urteaga tiene 14 años y es vecina del barrio de Flores.

Published

on

Escribe Lucía D Anna Urteaga

Había una vez, un perro que vivía en un PH del barrio de Flores. Como cualquier perro adoptado, tenía su platito para la comida y su recipiente para el agua. Sin embargo, a diferencia de muchas mascotas, éste perro siempre estaba sediento. Por más agua que su dueña le colocara en el bowl, él la tomaba sin problemas. Hasta pedía más si, pasadas las 3 horas, no recibía líquidos.

La mujer que lo cuidaba no descartaba la posibilidad de un problema de salud de parte del canino, el cual se llamaba Lengua. Aún así, no era una enfermedad ni adicción lo que sufría él, sino un… ¡Aburrimiento!!! Lengua se aburría fácilmente y al estar tantas horas solo en su vivienda, uno de sus pasatiempos era tomar y tomar y tomar agua! Cuando sumergía su lengua larga, solo paraba de beber cuando vaciaba el plato. Marcaba sus récords de velocidad en un reloj inteligente y hasta había aprendido a abrir la heladera para buscar más botellas con agua. Era un perro sediento pero genio…

Un día, Lengua escuchó en el noticiero una información muy relevante. “Agosto nunca nos traiciona. Se viene Santa Rosa. Prepare su paraguas que llega la tormenta menos querida del año.”, oyó decir al meteorólogo de la televisión. Su dueña se alarmó, pensando en los planes que debía cancelar del fin de semana.

El perro, chocho, asoció la tormenta con caricias todo el día, cafecito caliente, Netflix y mantas suaves. Luego, continuó observando el canal de TV: “La gente se vuelve estúpida con el agua. Al llover, a muchas personas les cambia el chip. Los automovilistas son los peores cuando la tormenta azota el cielo. O actúan con pánico y manejan a 2 km por hora, por miedo a “resbalarse” o la ira invade su cuerpo a causa de las gotitas y desean destruir el mundo con su fiat 500. Tremendos estúpidos.”, decía un chofer de taxi, indignado por el mal manejo de los florenses en los días lluviosos.

En ese instante, Lengua cambió de planes. Basta de la comodidad y confort de su hogar si había choques en la ciudad debido a la tormenta (además de perritos callejeros empapados)
-Voy a evitar las desgracias que nos llegan de arriba.- ladró, conmovido.- Tomaré dados en el asunto. ¿O eran cartas?- rió el perro.
Entonces, la mañana siguiente, tomó un sorbito de agua y sin correa y sin bozal, se escapó en cuanto la tempestad rugió en su barrio.

El plan de Lengua era frenar a la naturaleza bebiendo desde el interior de las nubes negras toda su lluvia. Y así fue como el perrito sediento detuvo la Tormenta de Santa Rosa, la cual no se pospuso sino hasta el agosto del año siguiente. Los climatólogos quedaron expuestos de una manera horripilante frente a los vecinos que tampoco saben el motivo, ni lo sabrán jamás a no ser que lean o escuchen esta historia.

Flores de Papel Digital

Recibí las novedades del barrio por mail

* indicates required

Intuit Mailchimp