El Patio del Diseño, un proyecto social con muy buenos precios

Escribe Natalia Rivarola

El objetivo del “Patio del Diseño” es simple: que la gente pueda acceder a un espacio para ejercer el comercio a bajo costo, y que a su vez eso permita ofrecer mercadería a muy buen precio. Así lo explica Jorge Cymlich, el dueño del paseo de compras ubicado en Rivadavia 7477. Un lugar donde se puede encontrar mayormente ropa, pero también zapatos, juguetes, fundas de celulares, bijouterie, artesanías y hasta figuras de acción.

“Yo busco que el pago del alquiler no sea un obstáculo para poder tener un medio de vida”, asegura Jorge a Flores de Papel en la oficina ubicada al fondo de la galería que cuenta con 24 puestos, por el momento todos en funcionamiento. Sus padres siempre se dedicaron a la actividad textil: “yo nací entre piezas de tela. El rubro lo conozco bastante bien y eso me inspiró a hacer esto hace seis años”.

Se trata de una propuesta social que permite a muchísima gente tener acceso de manera muy sencilla. Por eso, no se pide depósito ni garantía. “Este régimen es para ayudar a los interesados. Prácticamente no se necesita ningún requisito más que el deseo de trabajar”, cuenta, y explica que por el mismo motivo los contratos son mensuales: “Hay rotación permanente. Si esto les funciona bien a ellos se convierte en algo efectivo. Prueban y renuevan automáticamente”.

Pero el hecho de contar con alquileres más económicos no solo beneficia al trabajador, sino que también a los vecinos de Flores, ya que esto se ve reflejado en los precios de la mercadería que se ofrece. Por ejemplo en los locales 19 y 20, donde se encuentran los mismos vendedores vecinos del barrio desde que abrió el paseo, se pueden obtener camisas de hombre desde $95 hasta $300, dependiendo del gusto y calidad, como remeras a $100 o camisolas de dama a $120; y también camperas, vestidos, chalecos, chombas, pantalones y hasta ropa de fiesta.

Al lado, Caty, que también trabaja ahí desde que abrió, vende ropa para bebes recién nacidos hasta el talle 16. Ofrece desde baberos a $15, remeras a $50, calzas a $60, vestiditos a $130, hasta zapatillitas desde $70. “Llegué por medio de mi mamá porque ella también tiene su negocio”, cuenta, y agrega además que está muy conforme con el lugar ya que “estamos a la salida del subte y la gente llega fácil”.

Varias artesanas también eligen este paseo de Flores, que abre de 9:30 a 20:00 de lunes a sábados, para ofrecer sus trabajos. Como es el caso de Miriam, quien teje a mano ropa para adultos, con hilo de algodón común, hilo sedificado o hilo peruano. En su puesto se pueden ver desde chalecos, casaquitas, ponchos, tops de moda hasta vinchas decoradas. “Trato de diferenciarme. A veces vienen chicas, les gusta algo y se lo puedo hacer en el color que quieren y a su medida”, cuenta la mujer que antes se manejaba con ferias. “Tengo clientas del barrio. Señoras y chicas que vienen desde que llegué cada uno o dos meses; o para el día de la madre, padre o cumpleaños ya me tienen como un opcional”, agrega.

Elsa, por otro lado, hace preciosos tejidos para bebes y niños, que se pueden conseguir desde $120. “Llegué a la galería hace 6 años por mi hija. Estábamos en la feria de Mataderos y un señor que había alquilado acá la mandó a ella”, cuenta quien teje para chicos hace por lo menos 25 años.

Mientras que Luciana además de tejer a medida –como los famosos tops de moda desde $200- hace también adornos personalizados y souvenirs. Porque no todo en el paseo de compras es ropa. Los vecinos también pueden encontrar bijouterie, carteras, mochilas, zapatos de mujer desde $300, zapatillas de bebé desde $80, juguetes de diferentes precios (autos desde $15 hasta $400 o maquillajes de nena desde $20 hasta $200); como fundas de celulares, vidrios templados, auriculares y hasta figuras de acción de Dragon Ball, Naruto o Star Wars, entre otras cosas.

“Es un ambiente popular. Por acá ha pasado muchísima gente del barrio. Es un lugar donde siempre se los va a tratar con mucho respeto”, asegura Jorge, e invita a los vecinos que aún no lo conocen: “No tenemos puerta para que la gente entre. Es una manera de mostrar lo amplio que somos”.