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El Museo Barrio de Flores suma a Abraham Vigo, un Artista del Pueblo
A lo largo de la historia de nuestro país, muchos artistas han gozado de una notable popularidad y reconocimiento, pero son pocos los que se han establecido como personajes fundamentales en el desarrollo del lenguaje plástico. Abraham Vigo, artista del pueblo y vecino del barrio quien vivió junto a su familia en Boyacá 708, fue uno de ellos.
Escribe Nicolás Tatasciore
A lo largo de la historia de nuestro país, muchos artistas han gozado de una notable popularidad y reconocimiento, pero son pocos los que se han establecido como personajes fundamentales en el desarrollo del lenguaje plástico. Abraham Vigo, artista del pueblo y vecino del barrio quien vivió junto a su familia en Boyacá 708, fue uno de ellos. Hoy, el Museo tiene el orgullo de sumar a su colección una obra de su autoría.
Nacido en Montevideo en 1893, y luego de llegar a muy temprana edad a Buenos Aires, Vigo tuvo su primer acercamiento al arte gracias a su padre que era pintor y decorador. Para el año 1910, comenzó a concurrir a los cursos nocturnos de un pintor italiano de apellido Pollezzi. Ya para 1912, ingresó en la Asociación Estímulo de Bellas Artes. Allí conocerá a los artistas con los que luego hará alianza temática e inaugurarán el Primer Salón Nacional de Artistas Independientes, sin jurados ni premios.
Junto a Guillermo Facio Hebequer, Adolfo Bellocq, José Arato, Santiago Palazzo y Agustín Riganelli, conformaron el grupo denominado, Artistas del Pueblo. Influenciados por el ideario anarquista y comunista, realizaron ilustraciones para publicaciones izquierdistas, panfletos y afiches. Estos artistas rechazaban la obra única y costosa, motivo de ostentación y de especulación económica.
Empáticos con la clase obrera de donde provenían, los Artistas del Pueblo utilizaron técnicas vinculadas directamente con los quehaceres de los trabajadores; el grabado, la xilografía, o la escultura en madera (en oposición a la opulencia y valor del mármol). Luego, incluyendo a otros artistas de distintas disciplinas, se congregaron en el Grupo de Boedo, fundando la revista y editorial Claridad la cual, fiel a las ideas anarquistas de sus integrantes, editaba libros rústico, de bajo costo que tenían como portada los diseños de los artistas que formaban el grupo.
Hoy, décadas después del auge de este grupo, el Museo Barrio de Flores logró incorporar una obra de Abraham Vigo a su colección. “Invierno”, de 1943 es un grabado que nos muestra a una madre con su hija recogiendo leña para pasar esa cruda estación del año. Las condiciones paupérrimas, el sufrimiento y la desolación fueron temas recurrentes en sus trabajos, cómo lo muestra esta pieza. Lo maravilloso de este grabado es que a pesar de pequeño tamaño, su magnetismo e impacto es inmenso. Dos simples siluetas transportando grandes atados de ramas pueden transmitir tantas emociones. Eso habla de la calidad artística de Vigo.
Poco a poco el Museo está armando un acervo artístico tan importante como el de cualquier otro museo del país. Teniendo siempre en la mira a artistas u obras que tengan que ver con el barrio, las paredes se van llenando de cuadros que ayudan a reconstruir y a ubicar a Flores en el mapa del desarrollo artístico nacional.