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El Congreso de Tucumán y el barrio de Flores

El 9 de julio se cumple otro aniversario de la proclamación de la Independencia por el Congreso General de las Provincias Unidas de América del Sud, reunido en San Miguel de Tucumán en la casa que pertenecía a Francisca Bazán de Laguna.

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Escribe Dr. Hugo C. Perri (*)

El 9 de julio se cumple otro aniversario de la proclamación de la Independencia por el Congreso General de las Provincias Unidas de América del Sud, reunido en San Miguel de Tucumán en la casa que pertenecía a Francisca Bazán de Laguna.

Era una construcción de fines del 1600 que entre 1812 y 1814 funcionó como cuartel de las tropas que habían luchado allí. Mas tarde el gobernador Bernabé Aráoz ordenó repararla y se la alquiló a la nombrada para que sesionara el Soberano Cónclave.

Es conocida como “Casa de Tucumán” o “De la Independencia” y se la eligió para neutralizar la hegemonía porteña. Desde este clave acontecimiento, digno de destacar, pasaron 203 años.

Julio Sagüir, politólogo tucumano, en su inédito trabajo “¿Cuál Bicentenario? da a entender que el 9 de julio de 1816 marcó el fin de un proceso iniciado en forma local, el 25 de mayo de 1810, con la nominación de los miembros de la Junta que ejerció el Primer Gobierno Patrio. Esa conformación orgánica, en opinión del doctor Jorge Horacio Gentile, fue fruto del “primer acto rudimentario de democracia popular por voluntad del vecindario de Buenos Aires”. El proceso creció, se expandió a la mayoría de las ciudades y provincias que constituirían lo que hoy conocemos como Argentina y concluyó con la consagración independentista. De ahí que siempre se esté a tiempo para evocar las sucesivas fases institucionales que se dieron a lo largo del mismo y rendir homenaje a la memora de sus protagonistas. El fin de un proceso no impide su mirada analítica retrospectiva a la luz de criterios y vivencias actuales.

El Congreso inauguró sus sesiones el 24 de marzo de ese año con la presencia de 33 miembros. Intervinieron diputados de todas las provincias excepto de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Misiones, Corrientes y la Banda Oriental. También estuvieron enviados de las provincias del Alto Perú como Charcas, Cochabamba, Tupiza y Mizque. Entre ellos había frailes, clérigos, militares, abogados y comerciantes. Los letrados y sacerdotes eran mayoría. La presencia de los últimos explicaría por qué el Congreso de Tucumán nombró a Santa Rosa de Lima “Patrona Jurada de la Independencia Argentina”.

Decía Félix Luna que eran “hombres comunes, patriotas sacrificados que habían abandonado sus actividades particulares para dirigirse a aquella remota ciudad que había sido escenario de la más gloriosa batalla por la independencia cuatro años antes”.

La honestidad intelectual obliga a poner de relieve que a las aludidas provincias, que no enviaron representantes, las unía un espíritu anti porteño, republicano y de respeto a las autonomías locales.

Formaban parte de la llamada Liga Federal que operaba bajo el protectorado del caudillo José Gervasio Artigas. Juzgaron, salvo Córdoba que tomó parte de los dos Congresos, que era innecesario asistir porque la Independencia ya había sido declarada por el Congreso de Oriente o de los Pueblos Libres, que sesionó en la Villa del Arroyo de la China es decir en la mediterránea Concepción del Uruguay de hoy. Lo hizo en principio entre el 29 de junio y el 12 de agosto de 1815 y, al parecer, ese día 29 formalizó la Primera Declaración de Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Habría tratado, también, cuestiones relativas a organización institucional, comercio entre jurisdicciones, política agraria, protección del consumo y de la producción. Sin embargo, en rigor de verdad, no se sabe a ciencia cierta lo que aconteció dado que sus actas deliberativas y resolutorias se extraviaron. Destaca el prestigioso ensayista Ricardo De Titto que “no existe, por lo tanto, un documento que atestigüe que allí se declaró la independencia”.

El discernir que le cupo a este Congreso lo infieren sus partidarios del análisis del contenido de una carta que Artigas le envió a Juan Martín de Pueyrredón el 24 de julio de 1816, en respuesta a una invitación suya para que se sumara a la declaración de Tucumán. Decía, “Ha más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva. Lo hará V.E. presente al Soberano Congreso para su Superior conocimiento”. Está reivindicado por el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano “Manuel Dorrego” que supo fundar y presidir el conocido médico psiquiatra y cronista Mario “Pacho O’Donnell, autor de una novedosa obra al respecto.

Mientras tanto el emblemático día 9 de julio, bajo la presidencia del sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, se rompieron los lazos de sujeción política que los gobiernos locales tenían con la monarquía española y se Declaró la Independencia de toda dominación extranjera. Al doctor Juan José Paso, diputado por Buenos Aires de reconocida trayectoria pública a lo largo de su provechosa vida, le cupo el honor de leer el Acta en su condición de secretario. El texto, en una de sus partes, expresaba: “Es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”. Los congresales se comprometieron a asegurar “con sus vidas, haberes y fama” la emancipación de los pueblos de la América del Sud.

Previamente, el 3 de mayo, la reunión asamblearia había decidido designar un Director Supremo que agradara a todos. Resultó elegido el citado Pueyrredón, héroe de la Defensa de Buenos Aires y Patrono del principal espacio público del barrio de San José de Flores, que tenía una posición equidistante de los sectores en pugna que supieron con grandeza salvar sus diferencias. Algunos de éstos y otros datos constan en el devenir de una profunda reflexión que sobre este hecho, fundacional y fundamental, realizó Araceli Bellotta, en julio de 2009, en una impecable nota que tituló “Un grito de libertad”.

En definitiva el de Tucumán fue un Congreso distintivo. A tal punto que a posteriori, el 20 de julio, le tocó aprobar la bandera celeste y blanca creada por el general Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano que la había presentado, izado por primera vez y hecho jurar el 27 de febrero de 1812 a orillas del río Paraná, en la Villa del Rosario o Pago de los Arroyos. Decisión que el Congreso ratificaría a posteriori en Buenos Aires donde tenía fijada su sede, el 25 de febrero de 1818. Nada más ni nada menos.

Es reconocido por la historiografía clásica mayoritaria, que tiene entre sus máximos exponentes a Roberto Cortés Conde y María Sáenz Quesada, miembros de la Academia Nacional de la Historia.

En cambio al Congreso de extracción artigüista se lo pone en tela de juicio como una mera expresión anticipada, parcial y relativamente válida de la voluntad independentista de otrora, lo que no obstaría a considerarlo un antecedente inmediato auspicioso del que vino luego. A tal punto que el propio O’Donnell apunta que los dos Congresos no son excluyentes sino complementarios.

Aún así, en la República Oriental del Uruguay la Independencia se celebra tradicionalmente cada 25 de agosto y no el 29 de junio. Alude a ese día del año 1825 cuando la entonces Provincia Cisplatina Declaró su Independencia del Imperio del Brasil y su intención de reincorporarse a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Aunque se acepte de manera pacífica que, jurídica y políticamente, esta República Hermana, tal como la conocemos en nuestros días, nació en el año 1828. Así lo precisó no hace mucho el ex presidente José María Sanguinetti. Avatares de la Historia o de la vocación de algunos por reinterpretarla, según las circunstancias, a la luz de la “continuidad de la vida en el cambio y en el tiempo” que es como la definía quien fuera en vida el politólogo profesor doctor Héctor Rodolfo Orlandi, que honró a la Cámara Nacional Electoral como miembro durante muchísimos años de su intensa y fecunda vida profesional.

(*) Vecino florense. Abogado. Vicepresidente de la Asociación Patriótica de San José de Flores.

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