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Adiós a nuestra deportista: Laura Urteaga

“Hay que llegar con una sonrisa y los brazos en alto”. La frase es de Laura Urteaga. La usaba ella, en sus competencias. Y se la transmitía siempre a sus alumnos del grupo de entrenamiento La Deportista, que fundó hace 11 años en el Parque Chacabuco.

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“Hay que llegar con una sonrisa y los brazos en alto”. La frase es de Laura Urteaga. La usaba ella, en sus competencias. Y se la transmitía siempre a sus alumnos del grupo de entrenamiento La Deportista, que fundó hace 11 años en el Parque Chacabuco.

En 2011, a Laura le diagnosticaron cáncer. Lo enfrentó como lo que era, una campeona. Hasta el 21 de febrero pasado. Rápido, los muros y las redes sociales de los cientos de corredores amateur a los que entrenó se llenaron de imágenes de Laura. Muchos eligieron poner fotos de las llegadas en las carreras. Con una sonrisa y los brazos en alto, como ella les pedía.

Urteaga nació el 12 de diciembre de 1973. Fue gimnasta en su infancia y hasta la adolescencia. Después de los 20 empezó a correr y se convirtió en triatleta. Fue tres veces campeona argentina y representó al país en el exterior, en 2008, cuando integró la Selección Argentina en el Mundial de Triatlón de ClearWater, en Estados Unidos.

Licenciada en Comunicación Social, entrenadora de triatlón, de atletismo y de natación, fundó la página web La Deportista y en 2009 creó el grupo de entrenamiento del mismo nombre, del que surgieron cientos de corredores amateurs que, de apenas caminar algunas cuadras pasaron a correr hasta maratones.

Desde 2011, cuando se enfermó, Urteaga alternó períodos de recuperación con otros en los que las quimioterapias la alejaban de la pista del Parque Chacabuco, la pileta y las carreras, adonde volvía cada vez que las fuerzas se lo permitían. Ahí estaba, en los gazebos que se armaban después de las pruebas. O en la pileta del club de Caballito, en donde siempre era la que comandaba a los nadadores del andarivel y les imponía su ritmo: siempre iba para adelante.

En 2014 logró el primer puesto en la competencia Aguas Abiertas Cruce Lago Nahuel Huapi, en Bariloche. Ya había pasado por operaciones y tratamientos de quimioterapia. La travesía tuvo sus costos. Un cuadro de hipotermia la debilitó durante la prueba. Pero llegó.
Un relato posterior, que publicó en las redes sociales, se convirtió en una narración sobre el coraje y la determinación, dos atributos de la personalidad de Laura y su filosofía de vida: siempre con una sonrisa y los brazos en alto.
Su motor en este tiempo de lucha fueron su hija Lucía y su marido “Robert” (director de este periódico). Y ella lo reflejó en los posteos constantes de Instagram, en los que se dirigía a sus seguidores como “mis guerreros”.

En la red social contaba los pasos hacia adelante y fue reconstruyendo su historia. También posteaba cuando el resultado de algún estudio no era el esperado y el enojo o la angustia se adueñaban de la escena. Había publicaciones optimistas y otras no tanto. Algo seguro es que, al leerlas era, y sigue siendo, imposible no emocionarse hasta llorar.

El viernes 21 de febrero hubo una última publicación de su familia. El texto empieza diciendo “descanso en paz”, en primera persona. En la foto, Laura mirá fijo a la cámara. Expone su personalidad apasionada. Es la imagen de una guerrera a la que su familia, sus alumnos y los atletas con los que compitió y compartió la vida, recordarán como ella les decía que había que llegar a la meta: con una sonrisa y los brazos en alto.

Texto: Gentileza Sebastián Clemente.

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