Tras años de campañas, ponen límites a la pirotecnia sonora

La pirotecnia causa mucho daño a las personas con trastornos del espectro autista (TEA), generalizado del desarrollo (TGD) o con problemas auditivos y también a los animales. Sobre todo la ruidosa, que puede provocarles un cuadro similar al del ataque de pánico, al cual muchas veces los afectados responden efectuándose golpes en la cabeza produciéndose así una situación muy dolorosa para ellos y sus seres queridos.

Por eso, hace años ya que los vecinos de Flores y de toda la ciudad vienen pidiendo que en época de fiestas y en distintos eventos, como por ejemplo los deportivos, no se tiren cohetes a modo de festejo.

Finalmente luego de una larga lucha, en Capital tratarán de ponerle freno. La Secretaría de Ambiente porteña sacó una resolución que prohíbe el uso de ciertos artículos especialmente estruendosos en el territorio. Además, crea “zonas calmas” donde, directamente, no se podrá usar pirotecnia con efecto audible.

El pasado 9 de marzo salió publicada en el Boletín Oficial la resolución que lleva la firma del presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad (APRA), Renzo Morosi, en la que la Ciudad, por un lado, prohíbe la utilización de los artificios pirotécnicos de mayor potencia sonora.

El listado incluye las bombas con diámetro superior a dos pulgadas; los morteros con bomba con efecto audible de estruendo y calibre superior a dos pulgadas de diámetro; los morteros con efecto audible de estruendo y calibre superior a dos pulgadas de diámetro, y las foguetas -tradicionalmente conocidas como “tres tiros”- con tubo de lanzamiento superior a dos pulgadas de diámetro.

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Y por otro lado crea las denominadas “zonas calmas” en las que se prohíbe el uso de todo tipo de productos de pirotecnia con efecto audible. Se trata de las áreas comprendidas dentro de un radio de 100 metros de distancia de las reservas ecológicas, del Ecoparque y de los hospitales públicos y privados. Así los alrededores del Álvarez, el Piñero o de la Clínica Santa Isabel serán los que cuenten con menor contaminación acústica de este tipo.

Las campañas para reducir el uso de la pirotecnia sonora las organizan agrupaciones de padres de niños con TEA y TGD, que sufren los estruendos por tener desarrollada “una sensibilidad exacerbada a los ruidos y las explosiones que provocan en ellos reaccionesdesmedidas de angustia y ataques de pánico“, según el diagnóstico de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Pero los ruidos pueden afectar también a enfermos cardíacos, veteranos de guerra, personas con dis capacidades cognitivas o neurológicas que no comprenden la causa de las explosiones, bebés y niños con sensibilidad auditiva.

Al mismo tiempo que los sufren los animales, en nombre de los que se lanzó una petición contra la pirotecnia sonora en el sitio Change.org que obtuvo casi 40.000 adhesiones, y cada año en diciembre en el barrio se organizan numerosas campañas. Buenos Aires adhiere así a una tendencia iniciada en otros puntos del país. Solo resta esperar para ver si la medida es efectiva y al fin la sociedad toma conciencia sobre los daños que provoca con este tipo de festejos.