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Boadaz y los Guerreros del Echagüe
El piso de parqué y el escudo azul y amarillo que reza “I.C.D. Pedro Echagüe” nos reciben. Mientras tanto, la noche va asomando, cuando se despiden los jugadores del primer equipo de básquet. Terminan los entrenamientos y la mayoría de las actividades en el club.
Escribe Juan Pablo Niccolini
El piso de parqué y el escudo azul y amarillo que reza “I.C.D. Pedro Echagüe” nos reciben. Mientras tanto, la noche va asomando, cuando se despiden los jugadores del primer equipo de básquet. Terminan los entrenamientos y la mayoría de las actividades en el club. La cancha esta en silencio, al tiempo que Juan Pablo Boadaz reflexiona: “Es mi lugar, es mi casa. El lugar y la gente que me vio crecer desde que soy chiquito. Son mis colores, hay mucho sentido de pertenencia en esta cancha”.
El entrenador de 45 años, ya es toda una institución dentro del “Club de Flores”. Tuvo su paso como jugador en Pedro Echagüe y ahora está cumpliendo su quincuagésimo año al mando del equipo principal. Empezado en 1999 pero con su ciclo interrumpido en su paso por Obras y Vélez.
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Además, es entrenador del primer equipo de la Selección Nacional Argentina femenina de Básquet 3×3 y asistente técnico del mismo conjunto, pero en la modalidad tradicional.
A Boadaz se le llena la cara de ilusión cuando le hablamos de las esperanzas que le genera el equipo el cual acaba de terminar su primer entrenamiento de cara a la temporada: “Las expectativas siempre son las mejores. Queremos estar en la pelea del torneo, en los equipos de más arriba, creemos que tenemos el material para hacerlo y el apoyo. Así que las expectativas son muy buenas”.
Asimismo, agrega respecto a nuestros guerreros de Flores: “Estoy conforme con el armado del equipo. tenemos varios jugadores que ya estuvieron en el club, lo cual facilita la adaptación, y se sumaron algunos nuevos. Creo que hicimos un buen armado, tenemos todos los puestos cubiertos, ahora habrá que ensamblar y armar el equipo.”
A partir de eso se verá su mano y su capacidad de llevar adelante su trabajo, que tan bien está demostrando hacer: “La tarea más difícil es entrenar, lleva mucho tiempo. Un buen equipo no se hace de la noche a la mañana. Hace falta entrenar mucho, conocerse, adaptarse, que se encuentren dentro de la cancha. Ellos ponen más a la hora de hacer el grupo y yo pongo más a la hora de armar el equipo deportivamente”.
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Ensamblar un equipo pareció funcionarle en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Allí el conjunto nacional de básquet 3×3 logro colgarse la medalla plateada. Por suerte, los dirigentes de Pedro Echagüe le demostraron apoyo y le permiten hacer ambas actividades. A pesar de que se puedan generar complicaciones con los viajes, el club lo apoya desde lo humano y lo profesional.
En la ciudad peruana, se mostró mucha solidez por parte de Natacha Pérez, Victoria Llorente, Andrea Boquete y Melisa Gretter, las jugadoras comandadas tácticamente per Juan Pablo Boadaz. Ese buen juego demostrado es positivo de cara al futuro, en lo que, según el entrenador, es una disciplina diferente, distinta. En donde hay un montón de cuestiones tácticas que puede adaptar y otras no, que son propias del 3 contra 3. En palabras del director técnico: “fue un aprendizaje muy lindo, ahora tengo la posibilidad de ir al mundial sub 23 de 3 por 3 que se hace en Doha, Catar. Haber sido elegido nuevamente habla de que uno hizo las cosas bien. El desafío es seguir aprendiendo y mejorando”.
El cariño se hace llegar a partir de este logro en los pasillos del club y en las redes sociales. Boadaz no es un técnico y nada más, el mismo se define como un “producto del club”. Como alguien que se identifica y representa a Echagüe a donde vaya. Eso lo enorgullece y el sentimiento es reciproco con la gente del barrio del Ángel Gris.
Las cuatro chicas que obtuvieron el subcampeonato, también formaron parte del equipo del 5 contra 5. Eso permitió que se plasme la identidad que les trasmitieron Leonardo Costa (Director Técnico del básquet femenino tradicional) y Juan Pablo. Hay conceptos, bases y contenidos tácticos que se pudieron volcar en ambas disciplinas. Otros se fueron incorporando y mejorando a lo largo de la competencia.
Quizás el momento más emotivo se dio cuando este cuarteto se subió al podio. El entrenador lo retrata: “Fue una emoción muy grande, fuimos a buscar una medalla y la conseguimos habiendo jugado tan bien, perdimos solamente con Estados Unidos. La alegría de verlas ahí y de haberlo conseguido en base a un buen juego, a uno le da mucha satisfacción y orgullo. Ver la bandera argentina en el podio, ver a las chicas que se pusieron a disposición mía rápidamente y pudieron conseguir el logro, fue una alegría muy grande”.
Sumado a la felicidad por lo obtenido, se da el sueño cumplido de representar al país. Algo que soñó desde chico y que hoy en día genera satisfacción. Boadaz siente que todo lo que trabajo a lo largo de estos años, al día de la fecha se reconoce. Pero no tiene que quedarse solo con eso, tanto en el club como en la selección hay que actualizarse y renovarse constantemente.
No obstante, no todo es carnaval en su paso por los Juegos Panamericanos. Lamentablemente, le toco ver como a la Selección Argentina de Básquet Femenino, le quitaron los puntos frente a su par de Colombia. Tras un problema de logística y organización, el equipo nacional no disponía de las camisetas correctas para disputar el encuentro. Por ende, se le dio ganado el partido a los cafeteros por 20-0, perdiendo así Argentina, la posibilidad de pelear una medalla.
Él, que lo vivió de adentro, nos cuenta: “Fue mucha tristeza la que sentimos. el equipo jugó muy bien durante todo el torneo, estaban muy metidas y nos veíamos con mucha posibilidad de conseguir una medalla. Hicimos un gran partido con Estados Unidos y jugamos los otros partidos en un nivel muy alto de juego. Estábamos para meternos en una lucha final, lo sentíamos. No haber tenido la chance de conseguirlo por una cuestión extra deportiva, genera mucha desilusión.
De esta manera nos quedamos con las manos vacías sin siquiera tener la posibilidad de pelear”
Levantar la cabeza después de un golpe así se hace muy cuesta arriba. En un momento como este, surge según el entrenador de Echagüe, el espíritu del deportista. el de reponerse y superar los obstáculos. Las jugadoras pudieron pasar rápidamente la página, y demostrando grandeza, ganaron todos los partidos que les quedaban. Imposibilitadas de lograr una medalla, llevaron al país lo más alto posible, logrando un quinto puesto, el mayor puesto que se logró en un Panamericano.
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Superar la tormenta y seguir para adelante es el plan. Y ya terminado el torneo, ahora tienen la vista puesta en la próxima Copa América, que se jugara en Puerto Rico. Tienen la ilusión de saber que ya encontraron un equipo amoldado. Quieren mejorar su versión y sacarse esa espina que les dejo Lima 2019. “La desilusión es una motivación, un incentivo para que se una el grupo, para generar mayores fuerzas o energías, lo tomamos de esa manera”.
Además, se tiene la mirada en la próxima temporada con el club del barrio. Quizás se de el sueño de un campeonato y un ascenso, algo anhelado por el DT. En un equipo que a priori, parece tener material para pelear los primeros puestos.
Para poder tener una buena base, se requirió que el club se mantenga muchos años en la Liga Federal, donde muchos equipos invierten grandes sumas de dinero. Para sostenerse y ser un equipo competitivo, se necesita de unas divisiones inferiores fuertes, con una alta participación en el plantel principal. “Eso es un poco el objetivo que el club tiene, competir y estar entre los mejores teniendo un equipo que sea espejo para las divisiones formativas. Todos los años aparece algún chico que sube al equipo profesional. Eso marca un trabajo que nos permite desarrollar jugadores y ponerlos en el equipo de primera, y nos permite competir al no tener una inversión grande desde lo económico”
Este es solo en puntapié inicial de la historia. Cuando le consultamos al entrenador sobre el afecto que se genera con los socios del club, nos contestó: “Yo me siento reconocido en el club con el cariño día a día. Soy socio vitalicio, lo quiero como cualquiera que estuvo acá, hay muchos que le dedicaron toda la vida al club. Eso me gratifica”.
Finalmente, lo principal de esta aventura por Lima, o de estar tanto tiempo al frente del equipo de Pedro Echagüe, no parece ser lo más destacable. La principal enseñanza que transmite Juan Pablo Boadaz no es a algún jugador o lector.
Si bien es ampliamente reconocible todo lo que logro, está en su casa lo que cree más fundamental de su legado: “A mi hija que le pude dejar el aprendizaje de que, si uno se esfuerza y trabaja por un sueño, a veces, esos sueños se cumplen. Poder dejarle eso a mi hija es lo más importante de toda esta experiencia”.